Francisco Cáceres Barrios
caceresfra@gmail.com
La población guatemalteca anda con tantas cosas dándole vueltas en la cabeza que las actividades cotidianas pareciera que no tuvieran tanta importancia sin embargo, cada vez sentimos que la vida se nos hace más difícil, complicada o a disgusto por no ponerles la atención debida. Una de ellas es conducir nuestro vehículo automotor. Antes, salíamos a disfrutar del mismo, fuera pichirilo o último modelo, para ir al trabajo, salir de compras o simplemente ir los domingos a comer un helado de cornucopia a los Helados Gloria de la Avenida La Reforma. Ahora, es todo un dolor ir al supermercado no solo porque las calles que nos conducen a él o la de sus alrededores se mantienen congestionadas a toda hora, porque el estacionamiento cada vez se hace más pequeño o porque la educación vial y los buenos modales de los conductores prácticamente dejaron de existir.
Transitan en los parqueos como almas que se la lleva el diablo o como si la mercadería que van a comprar está por agotarse; poco les importan los límites demarcados en el suelo y si no hay espacio, pues hacerlo en donde imposibilita la salida del otro no queda más remedio, porque al fin y al cabo ya pronto estaré de regreso. ¿Y qué me dicen de los “temerarios”, aquellos que manejan como si estuvieran en la guerra de las galaxias, en donde la ira, la grosería y la prepotencia se destacan? O bien, aquel que acaba de comprar su “carrito rodado”, pero que todavía no mucho le encuentra el modo a la caja automática, desconoce las vías preferenciales en la ciudad o para qué realmente sirven los carriles pintados en el suelo.
Algo sumamente peligroso, más que los policías municipales de tránsito que no cumplan con sus deberes de ordenar, dirigir y facilitarlo para que el mismo sea más seguro y expedito, son los defectos mecánicos que cargan en sus vehículos. No lo digo tanto por las llantas lisas, porque no le funcionan todas las luces correctamente o porque ignoren para qué sirven los silenciadores de los escapes del motor, sino porque los frenos los mantienen en pésimas condiciones o porque el tren delantero se les está cayendo en pedazos. Creen que para manejar un vehículo solo se necesita la llave para entrar en él y encender el motor, como de tener mucho pisto en el bolsillo porque el galón de combustible cada día es más caro y sin control alguno de las autoridades.
Es cierto que los tres poderes del Estado guatemalteco andan de cabeza, como que la corrupción y la impunidad es lo único que prospera en los mismos pero, ¿por qué no hacemos algo para que al menos podamos circular por las calles y carreteras del país dentro de un marco de seguridad, facilidad o comodidad? Estoy convencido que mientras no podamos movilizarnos mejor, el desarrollo y el progreso cada vez estará más lejos de lograrlo.