Félix Loarca Guzmán
Los migrantes son migrantes, no son delincuentes. Si algo debe quedar claro es que migrar es un derecho. Desafortunadamente, la actitud racista y la política de xenofobia del actual Presidente de Estados Unidos, están legitimando y aumentando el temor no solo entre los latinos que “sueñan” con ir a trabajar a Estados Unidos, sino también entre los miles que ya se encuentran en ese país, incluso entre los nuevos ciudadanos estadounidenses y las personas de color.
Al estilo de Hitler, en su obsesión por las personas de piel blanca, el presidente Donald Trump no solo está causando un enorme daño a la economía de Estados Unidos, sino ha provocado la muerte y serios perjuicios psicológicos a numerosos seres humanos, que aunque él no lo reconozca, han sido y son parte fundamental de la economía de Estados Unidos.
Muchos de los migrantes son latinos, muy trabajadores y creativos, quienes llevan a cabo las tareas que los propios estadounidenses no pueden o no quieren realizar. Y hay un ingrediente importante, como es el hecho que los empleadores otorgan remuneraciones mucho menores de lo que tendrían que pagar a los estadounidenses, pues se “aprovechan” de la circunstancia que estas personas se encuentran en situación migratoria irregular.
El presidente Trump se ha dado a la ingrata tarea de satanizar a los migrantes, calificándolos de criminales, peligrosos y violentos, además de asegurar que son una amenaza para la seguridad de Estados Unidos.
Trump está utilizando el asunto de los migrantes como un tema electoral, en vista de sus ambiciones para reelegirse por otros cuatro años. Está buscando el apoyo de los grupos más conservadores en Estados Unidos, que comparten sus trasnochadas ideas.
En los últimos días, el gobernante intensificó sus ataques contra los migrantes y en su ceguera no ha tenido escrúpulos, al grado que está pisoteando los derechos humanos. Llegó al extremo de arremeter contra cuatro congresistas de Estados Unidos, criticándolas por su ascendencia étnica y diciéndoles que se vayan de regreso a sus países. De las cuatro congresistas, tres de ellas son estadounidenses de nacimiento y la cuarta llegó a Estados Unidos procedente de Somalia cuando era niña.
Coincidentemente, las cuatro congresistas, quienes son importantes miembros del Partido Demócrata, se han caracterizado por su postura progresista a favor de los migrantes, y tal parece que ello molesta al señor Trump.
La postura imprudente de Trump le está costando muy caro, pues la Cámara de Representantes, aprobó ayer martes, una resolución que condena enérgicamente sus pronunciamientos racistas en contra de las cuatro congresistas. 240 representantes, miembros del partido Demócrata votaron a favor de la condena, incluyendo a cuatro miembros del partido Republicano que no comparten las opiniones del gobernante. Los republicanos seguidores del Presidente Trump solo lograron reunir 187 votos.
Las agencias de noticias, las estaciones de radio y televisión internacional, informaron que la líder de los demócratas Nancy Pelosi calificó las palabras del presidente Trump como “vergonzosas” y “repugnantes”.