Cada funcionario que ha hablado del tema del Tercer País Seguro ha negado la intención de suscribir un acuerdo de tal naturaleza y algunos hasta lo han dicho en citaciones en el Congreso de la República bajo juramento, no digamos quienes tienen la responsabilidad, como voceros del gobierno, de mantener informado al pueblo de las acciones políticas de las autoridades. Ayer fue el mismo Trump quien se encargó de demostrar que son una bola de mentirosos porque en una conferencia de prensa, en la que volvió a decir que los inmigrantes de Honduras y de Guatemala son una bola de criminales, afirmó que nuestro país estaba dispuesto a firmar el acuerdo pero que vinieron con una “supuesta” resolución de la Corte Suprema (hablaba de la CC) que no los facultaba.

Bien se dice que quien mucho se agacha el trasero enseña y eso le pasó a Morales quien de ponerse de alfombra de Trump terminó convertido en trapeador. La forma en que el Presidente gringo habló ayer de él y de Guatemala es denigrante y si bien Morales lo tiene más que merecido, Estados Unidos debe reconocer que el apoyo que el mismo Trump dio a Morales para expulsar a la CICIG, luego del traslado de la Embajada de Guatemala a Jerusalén, alienta la corrupción causante de tanta pobreza en este país. Trump nunca lo reconocerá porque, como Morales, no admite nunca un error, pero hay gente en EE. UU. que sabe perfectamente el papel de tapadera de la podredumbre que se desempeñó al alentar a Morales en su lucha contra la Comisión internacional.

El problema es que a pesar de los reveses tan graves en los últimos días, tanto con Argentina como con Estados Unidos, Morales tiene todavía seis meses para que sus funcionarios sigan desmantelando cualquier atisbo de avance que haya tenido el país, tanto en temas de seguridad como diplomáticos, mientras que el resto de funcionarios aplican la Ley de Hidalgo (baboso el que deje algo), y tratan de levantarse todo lo que puedan en este último período de su gestión.

Todo ello es posible porque aunque la ciudadanía ha tenido abundantes pruebas de lo nefasto de este gobierno, que no es simplemente por inutilidad sino por la voracidad para robar, nada hace más allá de publicar uno que otro mensaje en redes sociales. El país está siendo desmantelado y reconstruirlo costará muchísimo. La complacencia ciudadana es tanto o más grave que la actitud criminal del gobierno y tiene que señalarse porque es inaudito que aquí, fuera de unos pocos, los demás sigan acomodados.

Redacción La Hora

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