Fernando Mollinedo

mocajofer@gmail.com

Guatemalteco, Maestro de educación primaria, Profesor de segunda enseñanza, Periodista miembro de la Asociación de Periodistas de Guatemala, realizó estudios de leyes en la Universidad de San Carlos de Guatemala y de Historia en la Universidad Francisco Marroquín; columnista de Diario La Hora durante 26 años, aborda en sus temas aspectos históricos, educativos y de seguridad ciudadana. Su trabajo se distingue por manejar la palabra sencilla y coloquial, dando al lector la oportunidad de comprender de modo sencillo el universo que nos rodea. Analiza los difíciles problemas del país, con un criterio otorgado por su larga trayectoria.

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Fernando Mollinedo C.

La Historia de Guatemala es pródiga, pues nos relata la vida privada, política y religiosa de los personajes que han pasado a ser referencias documentales que trascendieron su época manteniéndose en el imaginario oficial y popular.

Para algunas personas, el hacer Historia es conocer hechos y actos que se suponen buenos o malos que, por su importancia pasarán a ser reconocidos en los libros y que la población recordará favorablemente o en forma negativa en la posteridad. Ejemplo de lo anterior es, de acuerdo con la ideología, formación educativa y religiosa ¿cómo recuerda usted a los personajes: Gabino Gaínza, Mariano Gálvez, Pedro Molina, Rafael Carrera, Vicente Cerna, Miguel García Granados, José Rufino Barrios (su nombre según la partida de bautismo fue José Rufino, no como los lambiscones de esa época le hicieron aparecer como Justo).

También merecen recuerdos positivos o negativos Manuel Estrada Cabrera, Jorge Ubico, Juan José Arévalo, Jacobo Árbenz, Carlos Castillo Armas, Miguel Ydígoras Fuentes, Enrique Peralta Azurdia (quien instituyó la prestación del Aguinaldo) Vinicio Cerezo, Jorge Serrano Elías, Romeo Lucas, Efraín Ríos Montt, Álvaro Arzú, Álvaro Colom, Otto Pérez Molina y Jimmy Morales.

Muchos de esos personajes figuran en el lado positivo de la Historia, también los hay quienes por sus actos negativos están señalados en las otras páginas de la Historia como negativos, pusilánimes, cobardes, regresivos, indignos, represivos y adversos socialmente por lo que se merecen epítetos que son dignos de publicarse.

La Historia y la historiografía son recursos que los Gobiernos utilizan para justificar o favorecer su imagen o copiar actitudes, idearios y actos que realizaron a similitud de personajes del pasado que dejaron huellas dignas de hacer Historia. Según el imaginario nacional y algunas fuentes analíticas, cada uno tiene su lugar en la Historia, varios por considerárseles traidores por ceder considerables áreas del territorio nacional a otras naciones y otros por reconocer la independencia de otros territorios guatemaltecos.

La historiografía oficialista siempre justificará los actos lesivos a los intereses de la Nación como “necesarios” cuando en el fondo del asunto fueron o son negocios inmorales para beneficios de las gavillas ministeriales y presidenciales quienes son reconocidos en la población como la delincuencia gubernamental organizada, aunque toda regla tiene su excepción.

Actualmente, la población considera que los intereses aviesos de algunos personajes están desarticulando instrumentos e instituciones dentro del marco jurídico que sustentaron y algunos sustentan todavía el endeble Estado de Derecho.

¡Se está haciendo Historia! Claro que sí; se realizan cambios y rupturas del sistema en los tres organismos del Estado, municipalidades e instituciones autónomas y semiautónomas; y hay quienes en su calidad de súbditos y/o lacayos, festinan la forma en que se burla el orden jurídico interno del sistema democrático y sus instituciones electorales. Pero será la posteridad y las generaciones futuras las que den su “sentencia histórica”.

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