Danilo Santos

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Politólogo a contrapelo, aprendiz de las letras, la ternura y lo imposible. Barrioporteño dedicado desde hace 31 años a las causas indígenas, campesinas, populares y de defensa de los derechos humanos. Decidido constructor de otra Guatemala posible.

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Danilo Santos

Los resultados electorales no cambiarán mucho así revisen las actas mil veces, que al Pacto de Corruptos no les guste porque no les conviene, eso es otra cosa. Que Sandra Torres no sea popular en las urbes, principalmente en ciudad capital, no es suficiente argumento para reclamar fraude. Hubo errores, sí. Hubo anomalías en algunas mesas, sí. Hubo fraude general a favor de un partido o candidatura, no.

Lo que queda demostrado con la primera vuelta electoral es que el Tribunal Supremo Electoral es mediocre, y ante la debilidad de esta institución, el Pacto de Corruptos no baja la guardia e intenta revertir los resultados porque no le han favorecido. Esto es grave y nos puede llevar a una crisis de gobernabilidad profunda. Es irresponsable gritar fraude sin que lo haya habido, es perverso esconder tras consignas como “salvar a la patria” o “salvar nuestra democracia” aprovechándose de la estulticia nacional macerada por ellos durante siglos. Repito, es perverso.

Ahora es cuando se puede entender a cabalidad la urgencia del presidente Morales y quienes han manifestado abiertamente su animadversión contra la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala; ahora gozan de total impunidad. Poner al Ministerio Público al centro del proceso electoral, pero sin un fiscal electoral que haya probado su imparcialidad, tal como lo hizo el que salió del país por amenazas a él y su familia; es un riesgo total, esto porque la Fiscal General ha dado muestras de opacidad por un lado y por otro, ha mostrado que es incondicional del Ejecutivo.

Debemos ser cuidadosos y no caer en la trampa de los perdedores, debemos tener criterio y poner las cosas en su justa dimensión.

Instalar el fraude en la cabeza de la población responde a una estrategia de la ultraderecha que no cree poder controlar a la Unidad Nacional de la Esperanza en el Congreso y el Ejecutivo, estrategia que tiene como objetivo erosionar lo más posible las posibilidades presidenciales de Sandra Torres y quitar la mayor cantidad de diputados a la UNE para que no sea una aplanadora en el Legislativo. El daño está hecho y cada vez es más grande el antivoto para Torres de cara a la segunda vuelta, pero en las mediciones del Pacto de Corruptos, aún no les alcanza y preferirían la suspensión del proceso electoral a perder por muy poco y quedar relegados de las decisiones en el hemiciclo parlamentario y el control del Ejecutivo. Prefieren aprovecharse de los miedos instalados en la población desde la contrarrevolución hasta nuestros días.

No se trata

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