Utilizamos la expresión que es frecuente en los juegos de billar para reiterar que hemos venido afirmando que está en marcha todo un plan para anular el proceso electoral que permita a las actuales autoridades la prolongación del mandato y la acción emprendida ayer por el Ministerio Público es un paso más en esa dirección. Triste decirlo, pero no puede haber confianza en que la Fiscalía General de la República haga algo buscando el imperio de la ley porque se ha visto la manipulación de sus funciones para retrasar casos a su antojo y apresurar otros, como el de Francisco Solórzano Foppa (para citar el ejemplo más reciente), para afectar a quienes no son de su agrado.

Algunos creen que el Ministerio Público cayó sin querer en la jugada que está cantada para anular las elecciones gritando fraude, pero la verdad es que con el cúmulo de evidencias hay que ser ingenuo para suponerlo. Consuelo Porras fue designada con un claro objetivo que se está cumpliendo al pie de la letra.

Hoy por hoy el proyecto más importante del gobierno es anular las elecciones y para ello han montado una estrategia que hasta llegó al colmo de ofrecer a Guatemala como un Tercer País Seguro en el que se instalarían los campos de concentración para complacer a Donald Trump en su lucha contra los migrantes. Ni siquiera fue una propuesta de Estados Unidos sino, como ayer se admitió, se trata de una iniciativa de nuestras autoridades que, sabiendo cuánto les ayudó el traslado de la Embajada en Israel a Jerusalén para acabar con la CICIG, ahora pretenden el indispensable espaldarazo del imperio para consolidar el plan que les permita eternizarse en el poder.

Y no era suficiente con el ruido que meten sus propias redes sociales ni la ingenuidad de candidatos como Mulet que vieron el cielo abierto con la posibilidad de “repetir las elecciones”. Hacía falta un paso más y el mismo fue dado ayer con la intervención de un Ministerio Público que no da palos de ciego y que sabe exactamente lo que hace.

Si alguien como Edmond Mulet piensa que él saldría ganando con la anulación del proceso electoral está literalmente en gallo y no entiende la jugada que está en marcha y que no tiene nada que ver más que con la intención de crear un limbo que permita la prolongación de funciones de las actuales autoridades del país. Quien crea que alguien está “protegiendo la democracia” hablando de fraude, anda por los cerros de Úbeda.

Redacción La Hora

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