Eduardo blandón
“Cuando estamos sentados en la mesa para comer no usamos los celulares. De hecho, ni siquiera les dimos teléfonos móviles a nuestros hijos hasta que cumplieron 14 años y se quejaban de que los demás niños ya los tenían desde mucho antes”. Bill Gates.
Cuando apareció YouTube en el año 2005 la mayoría lo consideramos un milagro. Por primera vez un sitio para ver videos musicales a la carta y aprender sobre casi cualquier tema por la multiplicación de youtubers deseosos de compartir contenidos. Llenos de optimismo, nadie advirtió los peligros.
Recientemente, sin embargo, la empresa de Alphabet Inc., la misma que es propietaria de Google, ha sido demandada no sólo por violar las leyes de privacidad que protegen a los menores de 13 años, sino por permitir contenido de adultos en su plataforma virtual. De ese modo, los niños tienen acceso a videos que inducen al suicidio, propagan el odio contra las minorías y permiten el alojamiento de depredadores sexuales.
Internet no es un lugar seguro y lo que haga la Comisión Federal de Comercio en los Estados Unidos no resolverá los problemas de la oferta de contenido virtual. Hoy es YouTube, pero ayer fue TikTok y pasado mañana será cualquier empresa del universo digital. Lo que corresponde es acompañar a los chicos en una selva en la que hay demasiados peligros. Misión imposible casi para todos.
En primer lugar, para la empresa. Sundar Pichai, CEO de Google, reconoció recientemente los problemas que tiene YouTube en materia de regulación del tráfico de videos y establecimiento de filtros efectivos en su contenido. Coincide en ello Andrea Faville, portavoz del sitio al mencionar que consideran muchas ideas para el mejoramiento de YouTube, pero que algunas son solo eso, ideas.
Por su parte, los padres se sienten abrumados al no poder controlar el tiempo que pasan los niños en las tabletas y al desconocer la aplicación de filtros, útiles para la supervisión y control del contenido al que tienen acceso. Esa es la razón por la que el sitio ejerce un poder inmenso del que saca ventaja sobre los consumidores de contenido.
Las estadísticas son espeluznantes. Entre tantas encontradas en la red, se dice que YouTube es el segundo buscador más grande del mundo, y el tercer sitio más visitado después de Google y Facebook. Cada minuto se suben 300 horas de video a YouTube. Se ven 3.25 mil millones horas de video al mes. En promedio, las sesiones en los móviles duran más de 40 minutos. En un mes promedio, 8 de cada 10 personas de entre 18 y 49 años ven YouTube.
Quizá nadie vio advirtió al monstruo en 2005. YouTube configura nuestras decisiones, construye nuestro imaginario y dirige nuestros gustos. ¿En manos de quién están esas empresas? ¿Qué intereses persiguen? ¿Hacia dónde nos llevan? Al tiempo que busco las respuestas, no dejo de pensar en la responsabilidad de todos al ser tan complacientes con quienes forman la conciencia de nuestros jóvenes.