Félix Loarca Guzmán
Los ecos de las últimas Elecciones Generales realizadas en Guatemala el pasado 16 de junio, se siguen sintiendo, pero no son ecos de tranquilidad, sino ecos de conflicto, pues algunos sectores han expresado su malestar por los diferentes errores electorales denunciados, como el hecho que varios de los ciudadanos detectaron que algunas de las papeletas de votaciones ya estaban marcadas.
Aparentemente hay discrepancias en algunos resultados, lo que dio lugar a que grupos interesados comiencen a asegurar que hubo un fraude electoral, poniendo en tela de duda la transparencia de la actuación de los Magistrados del Tribunal Supremo Electoral, TSE.
Desde su fundación en la era democrática, el Tribunal Electoral ha cultivado actuaciones de mucha solidez gozando de mucha credibilidad y prestigio a nivel nacional e internacional.
Desafortunadamente, desde varios meses atrás algunos sectores pro oficiales encabezados por el propio Presidente de la República, Jimmy Morales, comenzaron a hacer críticas poniendo en tela de duda el trabajo de los Magistrados del Tribunal Electoral, por haber cometido “el pecado” de suscribir un convenio de cooperación técnica con la Comisión Internacional Contra la Impunidad, CICIG.
A estas críticas se unió el señor Luis Almagro, el desprestigiado Secretario General de la OEA, más conocido como el ministro de colonias del continente, quien vulnerando la soberanía nacional poco antes de las elecciones vino a Guatemala y lanzó fuertes señalamientos en contra del Tribunal Supremo Electoral.
Desdichadamente, poco después los Magistrados Electorales, con poca dignidad aceptaron un convenio para permitir la presencia en Guatemala de una misión de observadores de la OEA que vendría a Guatemala, a presenciar el desarrollo de los comicios, la cual estuvo encabezada por el expresidente de Costa Rica, Luis Guillermo Solís.
Al respecto, llama la atención que el informe preliminar de esa misión de observadores, restó importancia a las denuncias de las papeletas marcadas, asegurando que las mismas no tuvieron incidencia en los resultados finales.
Sin embargo, en los últimos días los fiscales de varios partidos políticos han reiterado que hubo anomalías exigiendo una revisión de las actas y hasta de los votos. Algunos sectores interesados aseguran que hubo fraude electoral. Personalmente considero que se cometieron errores, pero no se produjo un fraude, que es algo diferente.
Los magistrados han aceptado la revisión de todas las actas electorales, pero no la de los votos pues esto último no está contemplado en la ley.
El magistrado presidente, Julio Solórzano señaló que aún no se han adjudicado los cargos que se disputaron en las elecciones, y tampoco hay candidatos presidenciales finalistas, pues la etapa de revisión todavía está en proceso.
Sin duda las pasiones políticas de algunos grupos, están fomentando un clima de incertidumbre, pero ello no es saludable para nuestra incipiente democracia, ni para los anhelos del pueblo de Guatemala de vivir en paz.