Abogados, congresistas y periodistas que han visitado los centros de detención de migrantes, especialmente de menores, en Estados Unidos, han alertado sobre las pésimas condiciones y mientras las mismas autoridades han reconocido la situación diciendo que esos lugares no fueron diseñados para albergar la cantidad de menores que ahora hay, nuestra Canciller en un gesto extremo de lambisconería al gobierno de Trump dijo que ella vio que los detenidos son bien tratados y están en buenas condiciones.
Ya sabemos todos que el Gobierno de Guatemala se ha convertido en el principal perro faldero del presidente Trump, pero llegar al punto de despreciar a nuestra misma gente y hacerse de la vista gorda frente a una realidad que ha causado alarma a los mismos norteamericanos es inaudito e intolerable. Es obvio que el tiro es quedar bien con Washington y por ello el ofrecimiento asombroso de convertir por decreto a Guatemala en un Tercer País Seguro, aunque no podamos ni atender a nuestra propia gente que vive en condiciones de miseria, no digamos a los contingentes de refugiados que tendrían que recibir garantías de seguridad, alimentación, atención médica, acceso a trabajo y pleno respeto a todos sus derechos.
Es inaceptable que se pisotee por parte de nuestro mismo gobierno la dignidad de los migrantes que se encuentran recluidos en esos centros de detención que, según el comisionado interino de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza, John Sanders, y la jefa de la Patrulla Fronteriza, Carla Provost, funcionan como “instalaciones de retención a corto plazo pero no fueron diseñadas para mantener a poblaciones vulnerables y necesitamos con urgencia fondos humanitarios adicionales para gestionar esta crisis”, según reporta la agencia Prensa Asociada.
Resulta que Estados Unidos ve con tal indiferencia la crisis humanitaria que se vive que no ha aportado fondos para garantizar trato digno a los menores detenidos porque, finalmente, les importa un pepino lo que tengan que sufrir los “ilegales” que llegan a sus fronteras tipificados como criminales violadores o narcotraficantes. Pero que esa actitud de criminal indiferencia sea avalada por la Canciller es inaudito porque por mucho que les hayan preparado un tour para pintarles un chaleco, tienen consulados que deben conocer la verdad.
Sin el producto de la migración, las famosas remesas, nuestro país estaría en quiebra y en una espantosa situación económica, pero ni siquiera por eso se muestra el menor asomo de respeto a la dignidad de nuestros compatriotas que se van no por placer sino por necesidad porque su propia tierra y sus autoridades no les ofrecen ni esperanza.