Emilio Matta

emiliomattasaravia@gmail.com

Esposo y padre. Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad Francisco Marroquín, MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, Certificado en Métodos de Pronósticos por Florida International University. 24 años de trayectoria profesional en las áreas de Operaciones, Logística y Finanzas en empresas industriales, comerciales y de servicios, empresario y columnista en La Hora.

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Emilio Matta Saravia
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En estos comicios, el “fenómeno” del MLP se veía venir pese a pasar inadvertido en las encuestas (la muestra seguramente fue estratificada con base en centros urbanos y excluyendo áreas rurales, probablemente por razones de tiempo y costo).

La gran cantidad de votos que obtuvo Thelma Cabrera, pese a realizar una campaña muy corta y extremadamente austera, se debe analizar desde una perspectiva diferente para poder comprenderlo. Si uno piensa como un ladino, citadino, que ha tenido el privilegio de crecer alimentado, con salud y con educación primaria, secundaria y universitaria, es muy probable que jamás llegue a entender qué motivó a más de 450 mil personas a votar por ella. La señora Cabrera representa a una población rural, que nunca ha tenido acceso a servicios básicos como agua potable, electricidad, nutrición, salud y educación. Nosotros, los citadinos, damos por sentado todo lo anterior, no lo cuestionamos, ya que nacimos y crecimos con ello.

En el área rural no es así. Imagínese por un momento, estimado lector, que usted vive a la orilla de un camino de tierra, que en verano es una nube de polvo y en invierno un lodazal. Su ingreso, si lo tiene, es de Q1,000 mensuales (sin bono 14, aguinaldo o indemnización) y con ello debe (mal) alimentar a 6 niños y una esposa. Todos viven hacinados en un cuarto con piso de tierra con uno o dos focos de luz (con suerte) y todos hacen sus necesidades en una letrina (con los consiguientes problemas de salubridad). La esposa cocina en una estufa de leña que ahúma el cuarto, lo que les ocasiona a todos problemas pulmonares. La única fuente de agua que tienen es el río que queda a un kilómetro y hay que acarrearla todo el trayecto en recipientes. El único centro de salud queda en una cabecera municipal a varios kilómetros de distancia, por lo que, si alguien se enferma, deben llevarlo en bus o en la palangana de un pickup a costo de Q10 por persona por viaje (sólo el transporte al centro de salud ya es un 6% de su ingreso mensual). Un día llegan unos señores en helicóptero a decirle que van a instalar una hidroeléctrica en su río que traerá desarrollo a la región, pero lo único que en realidad sucede es que se seca el río donde usted recogía agua, incluso en invierno, y encima le vienen a cobrar en su factura de luz Q150 mensuales (el 15% de sus ingresos) por consumo de electricidad y “alumbrado público”. Para usted, las votaciones son un ejercicio abúlico en el que cada 4 años le ofrecen unas láminas o una gorra y un almuerzo por ir a marcar una X por determinada figura y nada más.

Por lo menos 6 de cada 10 guatemaltecos viven en las condiciones descritas anteriormente. ¿Qué haría usted, desde la perspectiva anterior? ¿Votaría por quienes siempre han llegado a hacer ofrecimientos que nunca cumplen o votaría por alguien nuevo quien le habla en su idioma (no en español), viste como usted y le ofrece un cambio radical del sistema (lo que ofrece el MLP)?

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