Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt
Para eliminar a la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala se dispuso recurrir al argumento de la defensa de la soberanía del país frente a las acciones que estaban realizando los extranjeros bajo la dirección del colombiano Iván Velásquez en un esfuerzo pactado, legalmente, con Naciones Unidas. Hasta la fecha se siguen rasgando las vestiduras por lo que llaman el sometimiento de nuestro país ante una comisión de extranjeros que vino a realizar investigaciones sobre la forma en que opera la impunidad y el pernicioso efecto que ésta tiene como aliento de la corrupción.
Pero ahora el gobierno se pone de alfombra de los Estados Unidos para facilitar que nuestro país se convierta en el territorio en donde serán concentrados todos los migrantes del resto del mundo y mientras los guatemaltecos estamos atrapados en el debate sobre el tema electoral, las autoridades están negociando de espaldas a la población un acuerdo para convertirnos en un “Tercer País Seguro”, en el que tendrían que esperar cientos de miles de solicitantes de asilo o refugio para entrar a Estados Unidos en tanto se resuelve legalmente su solicitud. Según el Ministro de Gobernación ya están discutiendo los recursos que serían asignados por Washington para financiar esos campos de concentración de refugiados a los que, de acuerdo al derecho internacional, se les tiene que proveer de medios de subsistencia y garantías de seguridad y respeto a los derechos humanos.
Mientras tanto, hoy mismo en México el Presidente de El Salvador está por arribar a un acuerdo con el gobierno de López Obrador para un ambicioso plan de financiamiento para invertir en las comunidades donde vive la gente más necesitada que está migrando hacia Estados Unidos. Obviamente es más efectivo cualquier esfuerzo que se haga para combatir las causas de la migración que las medidas represivas que exige Washington.
Un convenio que nos convierta, falsamente, en un país seguro para los solicitantes de refugio en Estados Unidos traerá serias y graves consecuencias para Guatemala y sólo se entiende por la abyecta sumisión que el gobierno de Morales mantiene ante el de Donald Trump. Se alegó tanto porque la CICIG hizo un acuerdo de cooperación con el TSE para la investigación del financiamiento electoral, diciendo que era un atropello brutal a la soberanía, y ahora resulta que los organizadores de ese absurdo cacareo simplemente pisotean, ellos sí, la soberanía al colocar a Guatemala como alfombra del gobierno norteamericano, convirtiéndolo en un inmenso campo de concentración donde tendrán que ser atendidos todos aquellos inmigrantes que quieran entrar a Estados Unidos por la frontera sur.
Y queda por esclarecer qué pasará con los migrantes guatemaltecos que buscan refugio en Estados Unidos, huyendo de las mismas condiciones que afectan al resto de países de Centroamérica, puesto que para ellos Guatemala no es, por definición, un tercer país. Somos básicamente generadores de la migración y es un contrasentido que en esas condiciones nos declaren país seguro, pero la lógica y el derecho valen un pepino cuando lo que se trata es ponerse de alfombra.