Una de las más importantes conclusiones que se pueden sacar tras el evento electoral de ayer es la actitud de la gente que recibió el dinero que el oficialismo destinó para la compra de votos puesto que, tras recibir las dádivas, decidieron no vender su voto y prueba de ello es el catastrófico resultado que tuvo en la elección presidencial el partido FCN, no obstante el derroche que a través del MAGA se hizo con los recursos públicos. Realmente es de aplaudir esa decisión de ciudadanos que durante los cuatro años de gestión del régimen de Morales no recibieron absolutamente nada y a los que, a última hora y de manera cínica, se recurrió mediante la vieja práctica de la compra de votos.

Es importante ese signo de madurez y ojalá lo tomen en cuenta los políticos del país para entender que la gente ya no se puede manipular con las viejas prácticas de la burda compraventa de votos. Cierto que el clientelismo todavía funciona y que pega aún en el electorado urbano, como se desprende de las últimas investigaciones que se hicieron respecto a los manejos de los fideicomisos en la ciudad capital, pero la población del interior abrió los ojos y no cayó en el juego que desde las altas esferas oficiales se fraguó para asegurar un voto disciplinado que, se suponía, vendría de los beneficiarios de programas para atender a las víctimas de la sequía y a los que conformaron las Patrullas de Autodefensa Civil.

Otro petate del muerto terminó siendo el movimiento de los exsoldados que fueron movilizados en días previos a las elecciones y a quienes se ofreció una respuesta positiva para después de los comicios si en realidad podían mostrar que tenía una importante fuerza electoral, lo que no fue el caso porque el sopapo para el oficialismo fue en verdad contundente y se confirmó que los pueblos ejercen voto de castigo contra los partidos de gobierno que les dieron la espalda durante su gestión, como es el caso presente, en el que la única preocupación que mostró el régimen fue la de acabar a toda costa con la lucha contra la corrupción para asegurarse impunidad.

Y todo ello sin contar con la actitud de casi la mitad de la población que se mostraba sin decisión en las encuestas y finalmente, al decidir qué hacer, dispuso abstenerse de participar en un proceso amañado para impedir la posibilidad de real elección porque el modelo se autoprotegió mediante la serie de triquiñuelas legales que marcaron todo el proceso.

Redacción La Hora

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