Fernando Mollinedo

mocajofer@gmail.com

Guatemalteco, Maestro de educación primaria, Profesor de segunda enseñanza, Periodista miembro de la Asociación de Periodistas de Guatemala, realizó estudios de leyes en la Universidad de San Carlos de Guatemala y de Historia en la Universidad Francisco Marroquín; columnista de Diario La Hora durante 26 años, aborda en sus temas aspectos históricos, educativos y de seguridad ciudadana. Su trabajo se distingue por manejar la palabra sencilla y coloquial, dando al lector la oportunidad de comprender de modo sencillo el universo que nos rodea. Analiza los difíciles problemas del país, con un criterio otorgado por su larga trayectoria.

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Fernando Mollinedo C.

Pasó la bulla de ir a votar por cualquiera de los diecinueve candidatos a la Presidencia, diputados y alcaldes; realmente una lotería política en un país sin formación política; una tremenda decepción ciudadana respecto de los planteamientos que expusieron los candidatos y que no llegaron a ser expuestos ni por asomo como una plataforma ideológica formal dejando en claro que, casi ninguno sabe lo que en realidad podría hacerse desde ese puesto al que aspiran.

Aparte de lo anterior, al igual que en las elecciones pasadas, los burdos incidentes estuvieron a la orden del día: acarreo de personas en Esquipulas Palo Gordo, en el departamento de San Marcos; papeletas sin firma de los presidentes de mesa, papeletas ya marcadas que les dieron a los electores, denuncias de compra de votos utilizando el mecanismo oficial por medio de la entrega de cupones canjeables, bolsas plásticas con papeletas marcadas en posesión de algunas personas señaladas de autoridades municipales, amenazas de muerte a los integrantes de las juntas electorales tal y como sucedió en el municipio de San Jorge en el departamento de Zacapa provocando la suspensión de las elecciones.

En un contexto general, sin ser pesimista, este ha sido un proceso electoral similar a los anteriores: denuncias anticipadas de fraude, descalificación de candidatos, disturbios planificados en San Miguel Petapa, Quiché, Jutiapa y muchos centros de votación; por lo que, este proceso es MÁS DE LO MISMO.

La funcionalidad del Tribunal Supremo Electoral (que de Supremo no tiene nada) ha sido cuestionada por sus fallos, decisiones, resoluciones y reglamentos, pues su mayoría de magistrados dejó mucho que desear en la aplicación de la ley al favorecer a unos y negar su derecho a otros en similares circunstancias legales; lo anterior hizo que el imaginario guatemalteco promoviera la idea de sobornos a granel, por supuesto, salvando las distancias con las personas que demostraron su consecuencia con la legalidad y la justicia.

En cuatro años el Tribunal Supremo Electoral DEBIÓ prever, anticipar, analizar y afinar las políticas de trabajo en relación con el proceso electoral; ¿qué hicieron en tanto tiempo, por qué tanta improvisación, hasta dónde los partidos políticos cooptaron ese sistema electoral también? Las autoridades en general siguen viviendo como hace setenta u ochenta años, bajo el manto del soborno político, chantaje, desfachatez, amenazas, asesinatos, hipocresía y, sobre todo, que la mayoría de los políticos persisten en considerar estúpida a la población.

La telefonía celular y transmisión televisiva mostraron el hartazgo de la población ante los diferentes actos ilegales cometidos por miembros o simpatizantes de las diferentes organizaciones políticas, lo cual indujo a su captura y consignación a los juzgados correspondientes, por lo que tocará a la Fiscalía de Delitos Electorales hacer las acusaciones pertinentes.

Esta primera etapa de las elecciones nos deja una amarga lección: DURANTE 190 AÑOS, NO PUDIMOS CONSTRUIR UNA CULTURA ELECTORAL. ¿Seguiremos así, CON ESTE SALVAJISMO ELECTORAL dentro de 4 años?

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