Mario Alberto Carrera

marioalbertocarrera@gmail.com

Premio Nacional de Literatura 1999. Quetzal de Oro. Subdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua. Miembro correspondiente de la Real Academia Española. Profesor jubilado de la Facultad de Humanidades USAC y ex director de su Departamento de Letras. Ex director de la Casa de la Cultura de la USAC. Condecorado con la Orden de Isabel La Católica. Ex columnista de La Nación, El Gráfico, Siglo XXI y Crónica de la que fue miembro de su consejo editorial, primera época. Ex director del suplemento cultural de La Hora y de La Nación. Ex embajador de Guatemala en Italia, Grecia y Colombia. Ha publicado más de 25 libros en México, Colombia, Guatemala y Costa Rica.

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Mario Alberto Carrera
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¿Para qué me voy a poner la opulenta y espléndida máscara de la “democracia” con el fin de decirle: responsable ciudadano, vaya a votar mañana domingo y cumpla así con lo que el pinche y mal redactado (¿Cuándo no, si parecen que los constituyentes no fueron ni a la primaria?) Artículo 136, “que indica que, entre los derechos y ¿deberes? ¿cívicos? de los ¿ciudadanos?, se hallan los de elegir y ser electo y otros chunches que también se pueden disfrutar (festiva y empáticamente, comiendo shucos y granizadas el domingo) como velar por la ¿libertad? y ¿efectividad?, del sufragio y la ¿pureza?, del proceso electoral” y bla, bla, bla añade el orate Artículo 136 que, ya dejando la guasa, explica muy poca cosa al ¿ciudadano?, sobre lo que es hondamente la sustancia del ejercicio de votar.

Pero de cualquier manera -con o sin una explicación enjundiosa al ¿ciudadano?, de qué es o en qué consiste a fondo el acto del sufragio (en el 136) porque, repito, los constituyentes poco o nada tenían de enjundia cerebral cuando redactaron la burguesa Constitución 1985- lo importante es decir lo siguiente y luego analizarlo: No vaya a votar porque todo cuando vea el domingo 16 y también lo que antes se ha realizado para el balotaje, no es más que, como diría Calderón: “El gran teatro del mundo”, es decir, una especie de kermesse, sainete y sketch, donde usted verá escenarios divinamente montados ¡y hasta con 20 fiscales, cada uno por partido!, elenco al que se suma representantes de ONU para que usted ¿ciudadano?, responsable (y que se siente honradísimo porque le ofrecen tal distinción) crea que todo ese circo de tres pistas no es realidad virtual.

Pobre de usted -mi lector- que piensa –bajo las premisas y escenas que arriba le he hecho de la correspondiente “narrativa” (palabra de moda que usan los imbéciles que jamás han escrito una novela) que en las elecciones de este 2019 usted elegirá algo.

Los comicios en los países más o menos civilizados del mundo se realizan mediante un único vehículo que sistematiza el seudo modelo democrático que llamamos proceso eleccionario. Esta plataforma se llama partido político. Pero resulta que aquí no hay partidos políticos. Esa palabra y esa “narrativa” es un fabuloso negocio que han montado las derechas (porque no es una, sino una peor que las otras) para eternizarse en el poder. Aparentemente el juego del malabarista -del parque Colón o Concordia- le presenta el malabar como decente, honesto, idóneo; pero -por debajo- siempre todo está orquestado, especialmente en la segunda vuelta que es donde ¡sólo las derechas!, deciden quién será el Presidente de la Bananera y no usted ingenuo votante.

Más el sistema conoce a fondo cuáles son los principios del Poder que dejó establecido Macchiavelli y sabe asimismo que la verdad no existe. Ella consiste tan sólo en los enunciados que -con apariencia de tal: posverdad- le repiten y le repiten a usted hasta la saciedad y finalmente Ud. lo cree y comulga con ruedas de molino. El dueño del poder es el dueño de la verdad (política).

Esto es lo que pasará mañana y lo que ha acontecido siempre. Sobre todo en ese país de babosos llamado Guatekafka. ¡Pero si hasta don Manuel Estrada Cabrera celebró ¡cuatro comicios! Para reelegirse. Y lo fue, “legalmente”.

Convénzase. Aquí sólo hay un partido político (es decir una gran empresa que reparte ministerios y cargos con mucha gracia) y que cada cuatro años le monta la kermesse de schucos y granizadas para que usted vaya a pasear a los chirices a la feria y crea que está eligiendo a “su candidato”. Espere la segunda vuelta ¡y ya verá!

Pero continuaré haciéndole este cuadro de costumbres modernas el próximo lunes 17.

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