Raúl Molina
Me toca pronunciarme a favor de un determinado binomio presidencial, porque no podemos desperdiciar votos de quienes estamos en la lucha contra el Pacto de Corrupción, y la decisión es difícil. Después de haber intentado saber las intenciones de voto de la ciudadanía y de comparar encuestas no confiables, y sabiendo que al 5 de junio, la mitad de los posibles votantes no habían decidido por quién votar, con toda honestidad veo que la opción de quienes estamos contra la corrupción y la impunidad está entre Thelma Cabrera y Manfredo Marroquín. El criterio sería seleccionar a quien pueda llegar a la segunda vuelta y que en la segunda vuelta pueda atraer más votos no convencidos. Si dichas personas fuesen las que se disputaran la elección final el 11 de agosto, yo no dudaría ni un segundo en votar por Thelma. Las razones para esa decisión han sido expresadas por grupos y personalidades importantes, como Lenina García e Irma Alicia Velásquez, quienes resaltan la enorme representatividad que Thelma tiene con los sectores pobres del país y el serio programa de gobierno que el MLP ha presentado, que incluye la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente. Sin embargo, la decisión hay que tomarla en función de enfrentar en la segunda vuelta a Sandra Torres, quien se ha convertido en la opción de las y los corruptos. Presento varias hipótesis.
¿Quién entre Thelma y Manfredo tiene mayores probabilidades de enfrentar y derrotar a la UNE y su alianza a favor de la corrupción e impunidad? La respuesta, desafortunadamente, no puede provenir de los sectores más progresistas, porque la lucha ideológica de la derecha los ha minimizado a lo largo de veinte años, para evitar un verdadero gobierno democrático orientado a las grandes mayorías. Se trata de determinar por quién el centro y la derecha democrática se inclinarían más. Los sectores progresistas y demócratas, con claridad política, en una encuesta entre Thelma Cabrera y Sandra Torres, votarían por holgado 80% por Thelma. La duda es cómo se comportarían los sectores poderosos –CACIF, fuerzas armadas y Washington– que adolecen de machismo y racismo. Es difícil desentrañar esta incógnita; pero mi análisis lleva a pensar a que en una contienda final entre Thelma y Sandra, el centro y la derecha se inclinarían por Sandra, mientras que en una alternativa entre Manfredo y Sandra, una buena cantidad de sectores que no toleran a Sandra, se inclinarían por Manfredo. Como toda hipótesis, puede ser desvirtuada por los acontecimientos del 16 de junio. Con toda sinceridad, manifiesto que, para mí, la mejor fórmula para echar a la dictadura de la corrupción es llevando a Manfredo a la segunda vuelta. Todas las razones ideológicas que se podrían utilizar contra el MLP por esos sectores quedarían desvirtuadas si el contrincante es el candidato de Encuentro. La decisión sobre otras candidaturas es menos difícil. Para diputados y diputadas, manteniendo el principio de no a la reelección –que también se extiende a todas las municipalidades– debemos votar solamente por personas capaces y honestas, es decir, candidaturas de Convergencia Democrática, Encuentro, Libre, MLP, Semilla, URNG y Winaq.