Cartas del Lector

post author

Anónimo
ccs@solidarios.org.es

Todos sabéis que nuestro servicio a los demás comenzó ayudando a transportar, desde sus casas a las diversas Facultades de nuestra Universidad Complutense de Madrid, a alumnos con alguna seria discapacidad motora.

Al mismo tiempo iniciamos otros servicios en hospitales, con personas mayores que vivían solas, y enviábamos voluntarios sociales bien formados, a otras ONG serias y responsables.

Entonces, un día sonó mi teléfono y un antiguo alumno mío me decía que ingresaba en un Centro Penitenciario para cumplir una larga condena en el viejo CP de Segovia: “No me falle, Profesor”. No sabemos cómo sucedió, pero, al cabo de 15 días, un sábado temprano ya estábamos dentro de la prisión, visitando a quien había pedido que no les fallásemos. “Si tú me dices ven, lo dejo todo”, canta el bolero. Para nosotros, si alguien nos pide ayuda está claro que nos necesita. Todavía hay gente que “espera” y “espera”… que “alguien” le pida ayuda. Mientras no “escuchan” el formidable grito de que alguien nos necesita.

Han pasado unos 40 años y yo vivo jubilado, pero Profesar Eméritus y voluntario en la ONG, trabajando sin cesar, pero al ritmo de los 82 años cumplidos. No me aburro nunca. Ahora llevo meses, con ayuda de veteranos voluntarios desarrollando un Proyecto que, desde hace años me obsesiona, y que en parte ya estábamos haciendo en los CP que la ONG visita cada semana.

Cosas que pasan: comencé en una cárcel y empleo mis días, relaciones, contactos etc. en poner en marcha este proyecto: Que, en todas las cárceles de España, se disponga de Bibliotecas de seis a diez mil libros de la mayor calidad y categoría. Bien organizados, catalogados y con un servicio semanal de préstamo por los diversos módulos o celdas. Por eso me siento ocupado, contento y con un desafío para que la Dirección General de Instituciones Penitenciarias nos siga ayudando en el transporte para toda España.

Y si alguien os dice que es una locura… sonreíd y seguid adelante. “Pueden, quienes creen que pueden”. “Lo hicieron porque no sabían que era imposible”. “Nadie sabe de lo que es capaz, hasta que se pone a hacerlo”. Y por último, “Si nadie nos tiene que mandar, ¿a qué esperamos?”.

Esta es la historia auténtica de nuestros anhelos, esfuerzos, dificultades y éxitos.

Artículo anteriorThelma Cabrera: Nuestras propuestas van encaminadas al buen vivir
Artículo siguienteEl nuevo “Plan Marshall” para el Triángulo Norte de Centroamérica