Francisco Cáceres Barrios
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Decir que la primera posición que ocupa la candidatura de Sandra Torres en las recientes encuestas era de esperarse, porque sus experiencias electorales anteriores le habían sido muy útiles o que el respaldo construido en el interior del país ha estado funcionando hasta lograr tan privilegiado lugar, para mí, eso resulta un análisis demasiado simplista, poco sólido y menos realista, pues no hay vuelta de hoja que otros fueron los factores que contribuyeron al supuesto éxito, empezando porque cada vez son más los corruptos que han estado trabajando “fino”, como decimos corrientemente en buen chapín, para sembrar en las mentes de los que se autoproclamaban de derecha, el temor que despertó su principal competidora Thelma Aldana, calificándola de ser quien estaba haciendo todo lo posible por implantar en Guatemala una copia al carbón de la tiranía izquierdista venezolana.
Es por ello que me refiero en el titular de este comentario a que no podíamos esperar otra cosa, cuando por labor de zapa lograron construir el tinglado necesario para hacer efectivo el llamado Pacto de Corruptos y de la impunidad por todos conocidos. Llegaron a levantar varios infundios en contra de la exfiscal los que, tarde o temprano van a quedar esclarecidos, pero mientras tanto, se entablaron demandas judiciales que motivaron ilegalmente el retiro del finiquito de la Contraloría General de Cuentas y todo, porque decidió apoyar a la CICIG, logrando exitosa y eficazmente combatir la corrupción y la impunidad, hasta llegar a saturar las cárceles y forzar el acondicionamiento de cuarteles para guardar a tantos delincuentes. Pero no se contentaron con iniciar los procesos judiciales en su contra. Fueron capaces de mover los engranajes de la justica con el apoyo de magistrados, contralores, jueces y hasta notificadores con tal de lograr el propósito de que Thelma Aldana no fuera candidata presidencial.
Hay que reconocer que fue tan bien orquestado el mencionado pacto, que hasta mandaron a traer a un ex presidente extranjero para que convenciera a sus inocentes comparsas, señalando al mismo representante de la CICIG porque también era proclive a los extremistas de izquierda, quitando a propósito de la vista a quien estaba frente a ellos, aquí mismo, en Guatemala, disfrutando de plena libertad y de los beneficios que la impunidad le ha concedido a través de tantos años, a pesar de haber realizado inversiones electorales sin control y hasta haber militado en filas guerrilleras. No se podía esperar otra cosa entonces. Todo se fue tramando a su favor con el mayor descaro, al igual que se hizo en la campaña anterior, cuando utilizó los recursos públicos para cubrir una campaña electoral multimillonaria bajo la apariencia, derivada por su permanencia al lado del presidente de entonces, de que los estaba orientando hacia las clases sociales más desprotegidas, satisfaciendo sus carencias y necesidades. Increíble pero cierto. Nos ha tocado vivir una época en que ni siquiera se guardan las apariencias. ¿Y el pueblo? Aguantador como siempre.