Fernando Mollinedo

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Guatemalteco, Maestro de educación primaria, Profesor de segunda enseñanza, Periodista miembro de la Asociación de Periodistas de Guatemala, realizó estudios de leyes en la Universidad de San Carlos de Guatemala y de Historia en la Universidad Francisco Marroquín; columnista de Diario La Hora durante 26 años, aborda en sus temas aspectos históricos, educativos y de seguridad ciudadana. Su trabajo se distingue por manejar la palabra sencilla y coloquial, dando al lector la oportunidad de comprender de modo sencillo el universo que nos rodea. Analiza los difíciles problemas del país, con un criterio otorgado por su larga trayectoria.

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Fernando Mollinedo C.

El próximo domingo 16 de junio los partidos políticos tradicionales, emergentes y advenedizos cerrarán un ciclo de sus vidas con su estrepitosa derrota que sufrirán a manos de una fuerza electoral que calificará su existencia y proyección social que pudieron haber tenido durante los años anteriores a esta elección.

La aplastante muestra de desprecio electoral con que la ciudadanía manifiesta su pensar acerca de la enorme gama de candidatos, exhibe magistralmente el hartazgo de la mayoría de las personas respecto a quienes integran y tratan de integrar la clase política del país con su pasado cuestionado por diferentes motivos legales y éticos (exconvictos, ladrones, asesinos, drogadictos y otras clases de impedimentos).

Muchos partidos llegarán a su mejor y única oportunidad de mostrarse ante la población como una organización que logró el reconocimiento oficial para competir por cargos públicos de elección popular; sin embargo, pocos de ellos lograrán el reconocimiento popular por medio de los votos y se irán directamente hacia su muerte político-civil.

Organizaciones políticas de reciente creación (interés electorero) demostrarán que, para ejercer la función política, que es una actividad de convencimiento social, no puede articular en el imaginario social en unos pocos meses, siempre y cuando dicha organización conlleve un verdadero motivo de proyección hacia la población.

Respecto a los integrantes de la vieja política, los electores en Guatemala (la mayoría sin formación política) decidirán el seguir respaldando a políticos que demostraron que el andamiaje del Gobierno sirve para hacer negocios turbios, algunos legales pero inmorales, otros sometiendo la soberanía del país pero amparados por el temor e ignominia de los Aparatos Represivos del Estado (ARE).

Debemos reconocer que el grado de complejidad de los problemas que vive la población guatemalteca en todo el país se acrecentó por el desdén y complicidad de todos los gobiernos anteriores, en especial aquellos que en las campañas electorales prometieron resolverlos y ni siquiera los paliaron y se presentaron ante el electorado como: “el gobierno de los empresarios” “el gobierno del pueblo” “el gobierno revolucionario” “el gobierno cristiano” “la mano dura” y otros epítetos más, y digo epítetos porque fueron un insulto a la inteligencia de los electores al no cumplirles con las promesas de campaña.

Al escribir en términos generales la situación político-administrativa de Guatemala, debo hacer énfasis que, durante dichos gobiernos nefastos, hubo algunos funcionarios correctos y además decentes que trataron de aportar sus conocimientos en beneficio de la población. El próximo domingo se evaluarán de forma positiva o negativa varias situaciones políticas, entre ellas el desempeño del actual equipo de gobierno y la calidad de oposición política que pudo haber ejercido como contrapeso de las acciones oficiales o bien, como aliada del actuar gubernamental.

Estamos entreverados por una crisis que se constituye en una maraña que provoca la ausencia de democracia e invoca al autoritarismo y a la ausencia de equilibrios políticos.

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