Emilio Matta

emiliomattasaravia@gmail.com

Esposo y padre. Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad Francisco Marroquín, MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, Certificado en Métodos de Pronósticos por Florida International University. 24 años de trayectoria profesional en las áreas de Operaciones, Logística y Finanzas en empresas industriales, comerciales y de servicios, empresario y columnista en La Hora.

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Emilio Matta Saravia
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Como una traición a quienes sostienen nuestra maltrecha economía se puede calificar la artera, además de lambiscona, solicitud del embajador de Guatemala en Washington, Manuel Espina, al gobierno de Estados Unidos para que éste envíe agentes del Departamento de Seguridad Interior a la frontera de Guatemala con México con la intención de frenar la migración de nuestros connacionales al país del norte. Acción indigna de un representante de nuestro país.

Pocos calificativos quedan ya para describir la política exterior de nuestro gobierno y sus relaciones con Washington, ya que nuestros funcionarios se han puesto de alfombra para obedecer los designios del gobierno estadounidense sin el más mínimo recato, entregándoles nuestra soberanía. Y una parte importante de la culpa la tenemos nosotros, los ciudadanos, debido a que, con nuestra desidia y holgazanería patria, preferimos no meternos en problemas o, cuando mucho, escribir un tuit con un par de insultos y ya fue suficiente, cumplimos. Pues no, no es ni remotamente suficiente, ya que debemos protestar y demostrarles a nuestras autoridades, de forma cívica y patriótica, como nos lo permite la ley, que los guatemaltecos no estamos dispuestos a que funcionarios incompetentes nos toquen la cara con las manos sucias: ¡seamos dignos! Espina y ultimadamente el presidente Morales, han actuado como monigotes del gobierno estadounidense, obviamente sin percatarse que ellos no son empleados de dicho gobierno, sino de nosotros.

No espero que nuestro Presidente haya calculado el impacto que pueda tener esta medida, sobre todo en términos sociales y económicos, ya que ha dado sobradas muestras de estolidez, estulticia e insensatez desde el día que tomó posesión. Sin embargo, quienes están por encima de él y le dictan su actuar, probablemente no han medido el efecto que esta decisión va a traer. En primer lugar, incrementará la cantidad de personas sin empleo dentro de nuestra economía, principalmente en el interior del país. En segundo lugar, el flujo de remesas que envían nuestros compatriotas desde el extranjero, que son uno de los pilares más importantes y motor de crecimiento de nuestra maltrecha economía, se verán afectadas de forma negativa, con una desaceleración importante en el crecimiento de las mismas, con el consiguiente impacto principalmente en bienes de consumo. En tercer lugar, y como una consecuencia de los puntos anteriores, las personas desempleadas tendrán que buscar en la economía informal, con suerte, o en las redes criminales que operan libremente a lo largo y ancho de nuestro país, el sustento para sus familias, con la implicación de un aumento en la oferta de mano de obra barata para narcotraficantes, pandillas y criminales de todo tipo, exacerbando los ya altos niveles de criminalidad. En cuarto lugar, con estas medidas están creando las condiciones para que cualquier candidato populista que prometa lo que sea con tal de acceder al poder, tenga posibilidades reales. La desesperación en los votantes es la peor consejera.

Debemos estar INDIGNADOS por esta estocada de nuestros gobernantes a nuestros connacionales más necesitados, y es nuestro deber ciudadano protestar enérgicamente por la entrega de nuestra soberanía al gobierno estadounidense, demostrando una vez más lo patético que ha sido este gobierno.

 

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