Pedro Pablo Marroquín

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Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

El día sábado el comisionado Iván Velásquez, jefe de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) publicó: “Si los corruptos están tan seguros de haber ganado, ¿por qué siguen tan asustados? Viven irascibles, atormentados, padecen pesadillas… Debe ser porque tienen la certeza de que la impunidad que ahora disfrutan es transitoria y más temprano que tarde pagarán por todos sus crímenes”.

Y cuánta razón lleva Velásquez porque basta ver cómo celebran aquellos que tienen “victorias” pasajeras y la manera en la que van perdiendo las formas ante la desesperación que provoca saber que, en el mediano y largo plazo, no se saldrán con la suya.

Para eso, el Gobierno y sus miembros son el mejor ejemplo. Aterrados por lo que dijeron e hicieron en la reunión con Mario Estrada, Morales instruyó al Embajador del sistema en Washington para que ofreciera el territorio nacional a los americanos porque con eso Morales esperaba obtener el perdón por andar donde no debe.

Y digo que pierden las formas porque le valieron gorro al Presidente todas sus mentiras de la soberanía. Siempre se supo que todo era una farsa para buscar impunidad, pero ahora no queda duda alguna de la patraña que fue eso de “defender la soberanía”, cuando le ofrecen a Estados Unidos que traiga agentes para lavar su cargo de conciencia y todo se ofrece a espaldas del pueblo.

Los gringos están jugando a lo suyo y aprovechan un Gobierno al que le tienen la foto completa y al que, gracias a los miedos que provocan sus acciones y alianzas, decide ejecutar acciones buscando –al igual que con la embajada en Israel– congraciarse con un Donald Trump al que también le persiguen los fantasmas por sus hechos del pasado.

Lo mismo ocurrió en Honduras y como la gente no entiende, a Juan Orlando Hernández no le bastó que le hayan regalado la reelección y se desbocó. Lo mismo pasó aquí puesto que el apoyo que tuvieron de Washington para atacar la lucha contra la corrupción les hizo pensar que tenían pistas abiertas para lo que les viniera en gana y también se desbocaron al punto de “la gallina con loroco”.

Igual pasa en el Congreso, en la Contraloría, en la Corte Suprema, en las salas y algunos juzgados y por eso muchos están operando, incluyendo al Ejecutivo, para incidir en la elección de magistrados que ocurrirá en unos meses, porque saben que necesitan impunidad pura, dura y segura. Eso los llevará a perder las formas y cometerán errores.

Y necesitan del amparo de las Cortes porque se han metido a tal camisa de “once varas” que saben que ni una Consuelo Porras, tan fiel a los compromisos que adquirió al ser nombrada, se podrá hacer de la vista gorda porque es tal el calibre de sus actos, que será imposible de ocultar o retrasar como ha sido la modalidad preferida.

Pero no se confunda: todas esas acciones, las amenazas, las celebraciones, las borracheras con preocupación son la mejor manera de esconder el miedo, la pena de enfrentar la justicia, le vergüenza de no poder explicar a sus familiares y amigos la verdad, pues aunque les digan que son unas víctimas y que todo esto es culpa de la “izquierda”, no engañan a nadie y su pasado les ha perseguido, les persigue y les perseguirá siempre.

Usted que siente que el sistema gana para allanar la pista de aterrizaje a los corruptos, sepa que no ganarán si usted juega su papel y vuelve a dejar la indiferencia que provocó la retórica de la ideología y que fue ideada, milimétricamente, desde el Mariscal Zavala. Están bolos y de poder porque de alguna manera deben esconder sus miedos.

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