Factor Méndez

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Defensor Derechos Humanos. Catedrático. Periodista/Escritor. Estudió Derecho, Derechos Humanos y Trabajo Social en Guatemala, Honduras y Costa Rica. Catedrático San Carlos y Rafael Landívar. Fundador Centro de Investigación, Estudios y Promoción de Derechos Humanos CIEPRODH. Autor de ensayos y artículos sobre temas sociales, políticos, memoria histórica y Derechos Humanos.

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Factor Méndez Doninelli

En Guatemala, es notoria la escasa o nula educación cívica democrática de la clase política, los partidos, los militantes y sus simpatizantes. Es obvio el subdesarrollo político, que caracteriza la conducta de quienes en época electoral se dedican al activismo político, que en algunos casos se transforma en vandalismo electoral.

Sostengo que hay vandalismo electoral, luego de constatar la destrucción deliberada de la propaganda de distintos candidatos y agrupaciones políticas, que se observa en diferentes arterias de ciudad Guatemala la mayor metrópoli urbana de la república y sede de las principales organizaciones que gozan de autorización del Tribunal Supremo Electoral (TSE) para operar como partidos políticos, es decir, organizaciones de pleno derecho, este mismo vandalismo es notorio en otros lugares como departamentos y municipios a lo largo y ancho del país. Esta acción destructora provocada por algunos individuos que obedecen instrucciones precisas de otros, o actúan en solitario conscientes de hacer daño destruyendo la propaganda de otros adversarios.

Los partidos políticos si no todos la mayoría, carecen de proyectos de formación cívica electoral, es decir, no se preocupan por desarrollar escuelas de cuadros, nunca piensan en fomentar proyectos de formación ciudadana para educar a dirigentes, cuadros medios, militantes, simpatizantes y ciudadanos comunes en el arte de hacer política, la vida en democracia, la participación ciudadana, realidad social, política, económica, cultural de la sociedad, auditoría social y derechos humanos. Valores como la ética, la tolerancia, respeto a las diferencias, culturas de paz, de legalidad, de transparencia. Pero qué va, nada de esos temas interesa a los caciques y caudillos de los partidos políticos que cobijan a corruptos e impunes, como ha sucedido antes y en toda la historia de la vida política del país, con excepción del período revolucionario 1944-54, hasta el actual proceso electoral, porque prefieren que los partidos estén colmados de militantes/simpatizantes dóciles, siervos, testaferros, lacayunos y corruptos.

Esa carencia es una debilidad concreta que demuestra el subdesarrollo de la clase política guatemalteca, hoy en día coludida con el crimen organizado, narco tráfico, redes de corrupción e impunidad que mantienen secuestrado al Estado para que funcione a favor de intereses individuales y de grupos perversos. Por supuesto que, a estos señores y señoras no interesa el bienestar común, eso explica los bajos indicadores sociales, económicos y culturales que tenemos como país y sociedad, desnutrición crónica infantil, incremento de la pobreza de la gente, analfabetismo y falta de acceso a educación de millones de niñas, niños, adolescentes, jóvenes y adultos a quienes se impide o limita el conocimiento y las oportunidades de desarrollo.

¿Qué daño se produce?, analicemos. Sobre la destrucción deliberada de propaganda electoral, denota debilidad e intolerancia ideológica del contrincante, afecta el ornato de las ciudades, proliferación desordenada de desechos sólidos y plásticos en su mayoría no degradable que contaminan el ambiente. También es conducta irrespetuosa, desprecio hacia los otros y en el fondo amenazas latentes.

Sobre el subdesarrollo de políticos, es notorio su jueguito cada cuatro años cuando el TSE da el banderazo de salida a la maratón por cargos de elección popular, binomio presidencial, 160 diputados al Congreso Nacional, 340 Alcaldes y Concejos Municipales y una veintena de diputados al Parlamento Centroamericano, (Parlacen). Mismo estilo de campaña, predomina la retórica vacía, sin sentido ni contenido, carente de propuesta en ocasiones hasta incongruente.

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