Juan Antonio Mazariegos G.
Esta semana arribaron a Guatemala los Secretarios de Desarrollo Económico de los Estados de Tabasco, Chiapas, Quintana Roo y Campeche, todos adyacentes o cercanos a nuestra frontera con México, con el propósito de generar negocios y oportunidades para empresarios guatemaltecos deseosos de atender un mercado de alrededor de 16 millones de personas, todo dentro del contexto del Programa de Desarrollo Regional para Centroamérica y el Sureste de México que impulsa el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), a fin de impulsar el progreso económico y social, y al mismo tiempo frenar los flujos migratorios hacia Estados Unidos.
La crisis migratoria que es un drama humano para miles de centroamericanos, principalmente originarios del denominado Triángulo Norte, será sin duda un tema de campaña en la próxima elección en Estados Unidos, e impulsada, más por esto último que por el interés por los migrantes; Demócratas y Republicanos buscarán, a su manera cada uno, proponer soluciones, sin que en el camino esté de más responsabilizar a sus rivales un poco más por la situación, aunque en el proceso esta se vuelva más complicada para nuestros compatriotas.
Por supuesto, la responsabilidad sobre la falta de oportunidades y situación de pobreza e inseguridad que empuja a nuestros migrantes no es de nadie más que de nuestros gobiernos y de nuestras sociedades, hablando en general de El Salvador, Honduras y Guatemala, en donde somos totalmente incapaces de buscar la generación de riqueza necesaria y la educación que permita el desarrollo de todos en sus respectivos países.
El Gobierno de AMLO ha sabido leer perfectamente la situación y en base al programa que impulsa el desarrollo del Suroeste de México y de colada el de los países del Triángulo Norte, acaparó totalmente la iniciativa, presentó en Washington con bombos y platillos una serie de programas que estaban en desarrollo o en el refrigerador y los empaquetó en una solución que partiendo de un tercero, ajeno a la disputa entre Demócratas y Republicanos, se transformó en una vía a la que nadie puede criticar, sobre todo si partimos de la base de que los Gobiernos centroamericanos involucrados en la crisis han sido totalmente incapaces de generar una iniciativa propia.
No obstante, el panorama anteriormente descrito, se debe agradecer al Gobierno mexicano la intención de desarrollar los Estados vecinos a Guatemala. Nuestra mayor frontera, en un territorio libre en donde campea el narcotráfico, el tráfico ilegal de personas y el contrabando, aprovechando el poco desarrollo, la pobreza y la debilidad de nuestro Estado. En la medida que los Estados del Suroeste de México se desarrollen y se presione a Guatemala para que suceda lo mismo, se producirán oportunidades y nuestra gente encontrará alternativas a la migración o a caer en garras de negocios ilícitos que viven del vacío que genera el subdesarrollo. Si no vamos a crear desarrollo nosotros que lo hagan los vecinos y como dice el dicho, del lobo aunque sea un pelo.