Hoy estamos a 21 días de la crucial decisión que deberá tomar el pueblo de Guatemala sobre su futuro y el panorama se ve confuso en medio de una campaña totalmente atípica en la que el TSE ha dado de baja a algunos candidatos y consolidado a otros, en una evidente falta de coherencia al momento de evaluar el requisito de idoneidad de quienes aspiran a un cargo público. Mientras que ha impedido la participación de algunos porque en alguna ocasión fueron condenados por la comisión de un delito (Portillo), ha dejado competir a otros en idéntica situación (Ubico), a lo que se ha sumado la Corte de Constitucionalidad que impidió la participación de algunos por haber sido acusados de algún delito (Aldana) mientras que protegió afanosamente a otros también sindicados de delitos (Torres), lo que crea un ambiente de confusión ciudadana, además de frustración por la falta de equidad en la aplicación de los criterios legales.
Y citamos sólo casos paradigmáticos, puesto que al revisar los listados se ve que hay tránsfugas proscritos y tránsfugas benditos por el mismo TSE, y que individuos de dudosa reputación estarán en las papeletas porque no hay un criterio sensato y unificado al respecto de la idoneidad de las personas.
En ese contexto se vuelve difícil, desde luego, elegir en un momento tan crucial de la historia del país cuando lo que está en juego es la continuidad de la dictadura de la corrupción que ha devuelto al país a los tiempos en los que la impunidad era la regla. Luego de la elección de 2015, cuando la ciudadanía decidió castigar a los políticos tradicionales por corruptos, el beneficiado por ese voto de castigo está a punto de consolidar su denodado esfuerzo por acabar de una vez por todas con todo atisbo de lucha contra la corrupción y, en caso fallara ese empeño por la vía electoral, tienen lista ya una movilización violenta encabezada por exsoldados que han sido reclutados, nuevamente, para que sean la fuerza de choque de esta nueva forma de dictadura que está dispuesta a todo con tal de asegurar el sistema de negocios y privilegios generado por la distorsión de nuestra democracia.
En realidad la disyuntiva del pueblo es enorme, puesto que los dados fueron evidentemente cargados y será difícil encontrar una alternativa que permita apuntalar los esfuerzos que se hicieron durante años para desmontar el modelo de perpetua impunidad que ha sido característico de la vida en esta sufrida y empobrecida Guatemala.