Mario Alberto Carrera

marioalbertocarrera@gmail.com

Premio Nacional de Literatura 1999. Quetzal de Oro. Subdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua. Miembro correspondiente de la Real Academia Española. Profesor jubilado de la Facultad de Humanidades USAC y ex director de su Departamento de Letras. Ex director de la Casa de la Cultura de la USAC. Condecorado con la Orden de Isabel La Católica. Ex columnista de La Nación, El Gráfico, Siglo XXI y Crónica de la que fue miembro de su consejo editorial, primera época. Ex director del suplemento cultural de La Hora y de La Nación. Ex embajador de Guatemala en Italia, Grecia y Colombia. Ha publicado más de 25 libros en México, Colombia, Guatemala y Costa Rica.

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Articulo y amalgamo estos dos asuntos porque uno o dos días antes de que la Corte de Constitucionalidad vomitara su tremebunda sentencia que impidió la definitiva participación de Thelma Aldana en esta contienda eleccionaria (15.5.19) malhadado día para millones de guatemaltecos que querían votar por ella para seguir degollando a la corrupción y la impunidad, un grupo de numerosos excombatientes de la Guerra Civil de Guatemala (militares, exmiembros del glorioso Ejército Nacional genocida) se había manifestado ya pidiendo que les cancelaran una ingente indemnización que el Estado les debe pero, asimismo y ante la duda de la inscripción de Aldana, manifestándose en contra de ella y exigiendo agresivamente a la CC que no ordenara la famosa inscripción al TSE que, dicho sea de paso, fue quien decidió la suerte de la ex fiscal general; y no la CSJ ni la CC, que sólo avalaron lo que el eleccionario tribunal decidió. Si corrió dinero –en el caso de la inscripción de Thelma- fue para y entre los magistrados de la vieja casa de Felipe Yurrita en la 6ª Ave., porque allí se consumó el “femicidio” y la concreción del odio misógino (como lo razonó Ma. Eugenia Mijangos) y se acató la orden horrenda del payaso aterrorizador desde Casa Presidencial.

Mas cuando todo esto no había coagulado apestosamente, los excombatientes en la Guerra Civil Guatemalteca –del lado del Ejército el 14 y el 15 de mayo, 2019- tenían la consigna de manifestar exigiendo la no inscripción de Aldana. ¿Por qué ésta petición de quienes dicen públicamente estar articulados plenamente con el antiguo Ejército y con Avemilgua y su adláteres como la Fundación Contra el Terrorismo?

Porque temían el regreso de la CICIG, el retorno del titular de ella Iván Velásquez, y la ascensión a la Presidencia de Aldana, quienes les contarían nuevamente las costillas a todos los corruptos del país, como ya lo habían hecho victoriosa y gloriosamente contra Pérez y Baldetti, narco “políticos” que condujeron al país a ser un narcoestado y un Estado paria. Esto es lo que temían y siguen temiendo quienes, colocando e instalando a los viejos excombatientes del Ejército como un batallón de choque en primera línea, intentan defenderse de cualquier posibilidad de regreso a la institucionalidad que buscaron Velásquez y Aldana y, en cambio, la instalación en 2020, de partidos o partido que les garantice ¡sobre todo!, su impunidad y el egreso invicto del cuartel Mariscal Zavala.

Ahora bien, todo lo anterior y las presunciones de Avemilgua o de los excombatientes entorno a Thelma Aldana y su temida guerra a la impunidad, no debe llevar a nadie a la hipótesis o a premisas sin sustancia, sobre un posible “comunismo” de Aldana que, a lo anterior (los temores de los exmilitares) se suma las empáticas frases que ella tuvo en torno a Thelma Cabrera en el programa de Del Rincón en CNN.

En mis dos columnas anteriores tituladas: “Thelma Aldana, Thelma Cabrera, Daniel Pascual: Semilla, MLP y el CUC” 1 y 2, traté de explicar la imposibilidad de que ideológicamente Cabrera y Aldana se articulen armoniosamente y creí que este asunto –el de la comunión política entre ellas- no tenía más posibilidad de ampliación mediática. Pero en Prensa Libre del 23.5.19, pág. 27 –hace dos días- vuelve a saltar el affaire -esta vez en la modalidad de caricatura- en la que Aldana aparece -mediante simpáticas viñetas- pegando propaganda política de Thelma Cabrera en muros citadinos. ¿Hacen bien o hacen mal -a estas dos grandes damas de la política- tales supuestos?

Bueno, ese es asunto que terminaré de analizar en mi columna del próximo lunes.

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