Mario Alberto Carrera
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(Lo que sigue y lo que argumento es consecuencia de la entrevista que a Thelma Aldana le hiciera el señor Del Rincón en CNN, la otra noche).
La discusión sobre si en la contiende electoral de hoy –o en general en el ámbito de la “sociedad política” guatemalteca, tiene o no sentido, validez y vigencia hablar de ideologías- es una polémica controversial que parecen ignorar las derechas, y que, en cambio, sí nos absorbe e inquieta a los pensadores de centro izquierdas o a socialistas moderados. Grosso modo y en resumen: la derecha niega la existencia de un debate ideológico en política y las izquierdas lo afirmamos.
Prueba contundente de que lo arriba digo fue la exaltación que produjo –precisamente en las derechas– la posibilidad de que Thelma le cediera sus votos a la “comunista” Thelma.
Para que los niñatos de la extrema derecha (lacayos del Cacif y de la Marro) no lo sorprendan, querido lector, el comunismo par excellence no existe más. No existe para nada, en ninguna parte. Ni siquiera en China. Donde hay remanentes de él, sobrevive en comunidades mixtas: libre mercado + socialismo moderado y negociado entre los diversos partidos políticos. Hasta en Cuba se está modificando. Acabó sus días con dos hechos emblemáticos: el derrumbe del muro de Berlín –que yo pude contemplar varias veces in situ– y la caída de la URSS, algunos de cuyos países tuve el privilegio de visitar –tras la Cortina de Hierro– en plena Guerra Fría. Así pues que “comunistas” no hay en Guatekafka. Cuando alguien se refiera a otro guatemalteco con este sustantivo adjetivado, está empleando la 7ª Función del Lenguaje –parodiando a Roman Jacobson– función que aquí se emplea en plan de insulto, descalificación o discriminación que equivale un poco a como cuando usted dice “indio” o “shumo”, a alguien que le parece, a usted, que no es de la alcurnia de usted, aunque usted sea un ladino o mestizo pinto y parado. No diga –con tal connotación– “comunista” porque este es el modo de hablar de los que –siendo más “indios” que los “indios” como CACA– invadieron Guatemala por la frontera de Honduras en 1954. Suena a resentimiento al revés. Realícese –señor o señora que hace de “analista político”– un aggiornaménto, un lifting mental. Y recuerde, además, que el Artículo 4º. de nuestra Constitución (aunque todo el mundo la use de WC) establece la égalité de la Revolución Francesa –que de allí se fusilaron ese principio igualmente rousseauniano– inaplicable en este país en donde aún supervive un absurdo sentimiento de linaje y discriminación, de aquellos que llaman “comunista” a Thelma Cabrera o a Daniel Pascual, sólo porque se oponen ¡aquí sí dialécticamente! , al pensamiento de los voceros-encomenderos del Cacif o de la Marro, centros que se declaran neoliberales pero a la chapina: donde se prohija el monopolio y donde se ejerce la libre empresa pero a favor de los grandes empresarios.
Es absolutamente necesario e indispensable (en respeto al Artículo 35, que limita) que no se tilde o se señale a doña Thelma Cabrera o a Daniel Pascual de “comunistas”, ladrones de la energía eléctrica y de facinerosos y terroristas que amparan o alientan las manifestaciones camineras, que tantísimos quetzales hacen perder a los pobres de la libre empresa capturada; y que ejercen oligomonopolios escandalosos.
Daniel Pascual y el CUC y doña Thelma y su ejemplar MLP –que germina de la admirable CODECA– merecen nuestro más absoluto respeto. Su lucha es contra la desigualdad y contra la no inclusión –pero en forma radical y no encogida– que es el único recurso que tenemos en contra de la Colonia encomendera, que sobrevive en los partidos donde se admira la Operación Pavorreal y la limpieza social.