Francisco Cáceres Barrios
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Es tal la incertidumbre y falta de certeza jurídica en nuestro país que, a estas alturas cualquier cosa puede suceder durante el proceso electoral de 2019. Así como se oye, pues mañosamente y empleando todo tipo de triquiñuelas los partidos politiqueros movieron sus piezas en el tablero de ajedrez electoral de tal manera, que a pocos días de llevarse a cabo la votación, los simpatizantes de un candidato a alcalde, diputado o del mismo Presidente de la República no saben si por fin su nombre o figura va a aparecer en la papeleta electoral y quienes tienen la sartén por el mango para aceptar o denegar una inscripción, tampoco hayan logrado ponerse de acuerdo sobre la forma de interpretar una Ley Electoral y de Partidos Políticos mal hecha y peor modificada, como nunca antes habíamos visto, aun contando nuestro país con el número de colegiados profesionales registrados de las Ciencias Jurídicas jamás visto en nuestra historia.
Los politiqueros están felices y contentos. Son los únicos ganadores de todo esto porque las estrategias elaboradas para causar caos, indecisión y fallos planificados a base de la corrupción e impunidad han estado rindiendo sus frutos, al colmo que hoy exista un medio de comunicación que corre el riesgo de ser procesado por un juez que, pasándose sobre la misma Constitución, no digamos sobre las leyes específicas para interpretar la aplicación de la justicia, podría ser enjuiciado con solo referirse o mencionar a determinada candidata presidencial. ¡Vean qué caso, en pleno Siglo Veintiuno en un país que dice ser democrático y respetuoso de la libertad de expresión del pensamiento! De esa cuenta los electores, en vez de pensar por “quién votar”, estamos frente a la encrucijada de “hacerlo o no” o bien, ir a “anular el voto” ante la imposibilidad de encontrar una mejor escogencia.
Pero si de algo vamos a poder vanagloriarnos en el futuro es que el partido oficial en el 2019 no haya podido imponer su candidatura tal y como se había venido apreciando a través de la historia, porque quien gobierna sigue haciendo las cosas tan mal desde que asumió el poder, que nombró (porque los partidos políticos en el país no eligen, sino imponen) a un candidato tan malo, pero tan malo y poco representativo, que cada una de sus presentaciones más parecen funciones de circo, por la hilaridad y poca seriedad de sus planteamientos.
A pocos días del 16 de junio la población todavía no tiene la certeza que sus candidatos preferidos por las mayorías puedan aparecer en las papeletas, en cambio sí tienen esa certeza quienes con negro pasado y corrupta trayectoria, se hayan estado aprovechando del tan mentado contubernio estructurado con el fin de mantener el poder a base de emplear las malas artes de la política. Pero si lo anterior, resulta funesto para el futuro del país ¿qué decir entonces cuando cualquier corrupto administrador de justicia puede impedirnos la libertad de expresar nuestro pensamiento?