Francisco Cáceres Barrios
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Me encuentro entre la gran multitud de electores a quienes antes de leer, oír o presenciar conferencias, mítines, entrevistas o diálogos con aspirantes a ocupar un cargo de elección general, preferimos dedicarnos a otras cosas muchísimo más entretenidas, educativas o interesantes. Ese criterio se fue formando después de haber visto “muertos acarrear basura” a lo largo de más de sesenta años, en donde los llamados candidatos acostumbran prometer de todo, con su característico timbre politiquero y con un cinismo incomparable, como aquellos que aseguran “no mentir”, “no robar” o “no engañar” hasta quienes, faltándoles vestir traje de primera comunión, aseguran que los fondos empleados en su campaña electoral provienen de los ahorros acumulados a través de muchos años de su trabajo decente, intenso y honrado.
Pero, este comentario no lleva como propósito hablar de los candidatos, sino de sus promesas de campaña electoral, es decir sobre lo que ofrecen hacer a la hora de ocupar el tan ansiado cargo público al que aspiran llegar. Particularmente me ha llamado mucho la atención cuando aseguran que no van a subir los impuestos, como tampoco cargarle más la mano a los contribuyentes creando nuevas cargas tributarias sin embargo, automáticamente los cuestiono ¿de dónde entonces van a sacar los miles de millones de quetzales que el Estado necesita en las tristes condiciones que siempre lo dejan, sin tener los recursos indispensables para cubrir tantas carencias y necesidades?
El amable lector y este servidor sabemos de sobra que en los impuestos de importación está la respuesta a la anterior interrogante, entendemos bien que si no hubiera el descarado, inmenso y corrupto método del contrabando para evadirlos, no tendríamos el tremendo déficit de miles de millones de quetzales que tanta faltan nos hacen, pues prácticamente todas las áreas comerciales, industriales y agrícolas son víctimas del contrabando, entre otros, productos alimenticios, dulces, bebidas, combustibles, medicinas, papel, materias primas que, a través de los 128 cruces viales y 11 fluviales, a pie, en balsas, en contenedores, cajas o canastas ingresan a nuestro país, evitando así que alrededor de 15 o 20 mil millones de quetzales anuales puedan ingresar a las arcas de la nación.
Ahí está en gran parte el dinero que tanta falta nos hace. Por ello, Pérez Molina y la Baldetti montaron sus “líneas” para hacerse millonarios de la noche a la mañana y a saber cuántos más mandatarios, colaboradores y cómplices también han logrado hacer de las suyas. Claro, utilizando honestamente los recursos del Estado mucha obra pudiera realizarse pero, como todos sabemos bien la mafia del contrabando lleva rato de estar enraizada, desde quienes hacen los contactos, los que piden, los que otorgan, como los que solícitamente se prestan para aceitar o legalizar la maquinaria que los mueve. De ahí mi pesimismo, porque pueda surgir del montón de candidatos ya registrados, alguien con la decisión, preparación y el temple necesario para acabar con él de una vez por todas.