En las redes sociales se ha difundido un interesante video del medio electrónico Plaza Pública en el que los jóvenes Rudy Herrera y Marielos Chang hacen una extraordinaria presentación de lo que es y significa la captura y la cooptación del Estado. Con claridad y precisión explican cómo es que funciona y ha funcionado aquí y en otros lugares, ese control que grupos de poder, lícitos e ilícitos, ejercen para poner al aparato del Estado a funcionar únicamente en su beneficio.

Gira, desde luego, alrededor del tema de Mario Estrada que es el ejemplo más claro y concreto que podemos tener ahora, pero que desde luego no es ni el único ni el primero que pueda utilizarse. Recomendamos al público realmente preocupado por la situación del país verlo en el siguiente enlace (twitter.com/plazapublicagt) porque de manera amena pero muy profunda, ofrecen no sólo una explicación de lo que viene ocurriendo, sino también del penoso silencio que muestran tanto los candidatos como las élites que han sido tan vociferantes para aplaudir todo lo que hizo el gobierno para desmantelar a la CICIG y cooptar el Ministerio Público, pero ahora hacen mutis ante la evidencia real y concreta de cuánto se ha avanzado en la captura y cooptación del Estado de Guatemala.

Admitir la vulnerabilidad de nuestra institucionalidad política es reconocer el daño que mediante sucesivos procesos electorales ha ido haciendo el financiamiento electoral como piedra de toque de nuestro sistema. Es la vía por medio de la cual se planteó esa captura del Estado tan bien descrita que tiene la finalidad de que por medios “legales” se pueda producir la acumulación de privilegios derivados de leyes y de sentencias que son dictadas por los mismos que han sido designados diputados o magistrados dentro de ese juego perverso de la cooptación.

Ese no debe ser un tema de campaña, sino debe ser EL TEMA de la campaña política actual porque salvo los avestruces, toda la ciudadanía tendría que estar preocupada por lo que ocurre y por lo que se nos viene ahora que, despenalizado el financiamiento electoral, se abre de nuevo la compuerta para que los mismos de siempre sigan siendo los titiriteros que usan a los vanidosos políticos como ejecutores de sus corruptos designios.

Y el caso Mario Estrada debería mostrar a las élites que no tienen cómo competir con los carteles de la droga que, tarde o temprano, expandirán su poder e influencia haciendo a un lado a la poderosa élite porque significa cambio en los que realmente son y actúan como dueños del país.

Redacción La Hora

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