Cuando se escucha la propuesta electoral vemos que prácticamente todos los aspirantes abordan los mismos temas y desde la misma perspectiva porque es un hecho que Guatemala es un país sobrediagnosticado en el que está clarísimo cuáles son las carencias y necesidades de su gente, que llegan a tal magnitud que estamos exportando ya masivamente a los habitantes por la falta de oportunidades que plantea nuestro modelo económico.
Pero el tema que tiene que hacer la diferencia es el compromiso que cada uno adquiera en forma concreta, clara y precisa para combatir la corrupción y la impunidad porque son esos dos vicios los que nos tienen como estamos y los que pervirtieron por completo al Estado. La salud es un desastre porque quienes administran ese sector del servicio público se dedican únicamente a hacer negocios con las compras y contrataciones. En Educación los corruptos pactos colectivos se traducen en derroche de los recursos porque al maestro no se le demanda mejora en la calidad del servicio por el que cobra y la prueba está en los terribles niveles de rendimiento de los alumnos.
No puede haber seguridad si existen acuerdos con el crimen organizado como los que estaba negociando Mario Estrada con el Cártel de Sinaloa y que existen desde hace tiempo tanto a niveles locales como regionales y nacionales. Lo mismo se puede decir de una justicia que está estructurada para asegurar impunidad a los criminales, sobre todo a los de cuello blanco y con poder para manipular en las turbulentas aguas de los procesos.
Tampoco se puede atraer inversión realmente productiva si para establecer negocios hay que hacer lo que hicieron los de la Terminal de Contenedores Quetzal, es decir, sobornar a las autoridades para obtener licencias y lo mismo ha ocurrido con la minería y otro tipo de inversiones.
La infraestructura es patética porque sólo sirve para robar y la lista es interminable. Tenemos que entender es que es la corrupción el enorme freno que tiene el desarrollo porque los gobiernos se dedican a cumplirle a los que financiaron su campaña, mientras en un obvio contubernio, se deja que las autoridades puedan embolsarse dinero a manos llenas.
La tragedia del país se llama corrupción y ésta florece por la impunidad que es de proporciones escandalosas, como se puede ver ahora que se eliminó del panorama la labor que hicieron la CICIG y la anterior gestión del MP. El camino está asegurado para que los pícaros sigan haciendo lo mismo y el país siga estancado por la ausencia de decencia.