Edith González
Hace apenas una semana retornamos de un descanso largo y ahora, vamos de nuevo a un descanso largo. Un tiempo maravilloso para dejar pasar las horas y compartir en familia fuera del corre corre del día a día, del tráfico hacia el trabajo y las responsabilidades que ello implica.
Ahora por tres días el tiempo es nuestro. Podemos levantarnos más tarde, comer a deshoras, salir de paseo y descansar. Pero ojo, no es tiempo de irresponsabilidad con nuestros adultos mayores, por el contrario es el tiempo de visitarles de atenderles. De brindarles la atención que en la semana se hace difícil. Y es que estos días de descanso largo, muchas veces tomamos camino con la familia, pero dejamos a los adultos mayores, por su dificultad para movilizarse, su lentitud o sus necesidades especiales.
Sin embargo debemos considerar que la depresión es un problema frecuente en los adultos mayores. Se asocia con un aumento de la morbilidad (personas que enferman) y mortalidad, (personas que fallecen) así como con mayores costos de salud. Sin tratamiento, sus consecuencias pueden ser una menor calidad de vida, agravamiento de enfermedades crónicas, e incluso llegar al suicidio.
Se considera que “El tratamiento oportuno puede llevar a una recuperación hasta en el 70% de los ancianos con depresión aguda. A pesar de esto, muchas veces no se diagnostica adecuadamente, a lo cual colabora su presentación atípica”.
Un episodio depresivo conlleva la presencia durante al menos dos semanas de al menos un síntoma: pérdida o incremento significativo de peso o apetito, insomnio o hipersomnia, agitación o enlentecimiento psicomotor, dificultad para concentrarse o tomar decisiones, sentimientos de desvalorización o culpa, y pensamientos recurrentes de suicidio o muerte.
Los adultos mayores pueden enmascarar estos síntomas con malestares como fatiga y dolor, por ello la familia debe estar alerta a cambios significativos en la conducta y la emoción. Existen factores biológicos como la edad avanzada, el sexo femenino, la presencia de múltiples comorbilidades, y el uso de muchos medicamentos, y psicosociales como pérdida de peso, disminución de la fuerza de presión manual, lentitud, cansancio y disminución de la actividad física; que pueden predisponer a la depresión. Por otra parte el déficit nutricional por falta de alimento, nutrientes, dificultad para tragar, masticar y deglutir tiene un impacto sobre la depresión; su tratamiento con suplementos podría ser beneficioso en pacientes depresivos.
Algunos autores sugieren que la pérdida de propósito en la vida o de relaciones humanas podría asociarse a la depresión. También se le ha asociado con un nivel educativo bajo, la soltería o viudez, la pobreza, o la falta de apoyo social. El consumo de tabaco y alcohol, así como con medicamentos para dormir. Es importante poner atención a la nutrición, dejar de fumar, hacer ejercicio suplementado con altas dosis de vitamina D, una dieta con alto contenido proteico y ante todo la compañía, el calor humano, las relaciones personales, el sentirse parte de una familia amorosa.