Jorge Santos

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Defensor de derechos humanos, amante de la vida, las esperanzas y las utopías, lo cual me ha llevado a trabajar por otra Guatemala, en organizaciones estudiantiles, campesinas, de víctimas del Conflicto Armado Interno y de protección a defensoras y defensores de derechos humanos. Creo fielmente, al igual que Otto René Castillo, en que hermosa encuentra la vida, quien la construye hermosa.

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Por Jorge Santos

El título de esta columna evoca la premisa que Marx estableció al inicio del Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, en la cual estableció que la historia se repetía dos veces, la primera vez se daba como tragedia y la segunda como farsa. Y es que pareciera que no existe mejor premisa para definir lo que ocurre en Guatemala. En este sentido, primero, la tragedia de las elecciones en 2011 y, a continuación la cooptación de la Institucionalidad Pública en 2014 son una clara muestra de ello.

La construcción del régimen electoral en el país, luego de la apertura democrática, se fue consolidando a la luz de un lento pero seguro proceso de cooptación de los partidos políticos. De esta cuenta, a la fecha, el nacimiento, desarrollo y muerte de las organizaciones políticas son muy cortas, en la medida que los poderes fácticos, en particular la oligarquía, no tiene interés en el sano desarrollo de estas instituciones político partidarias, sino más bien en el sostenimiento del control sobre el poder público en los tres órganos de la República guatemalteca.

En ese sentido, ya para el 2011 se había culminado de formar una estructura que bajo la forma de partido político, escondía a un grupo bien articulado del crimen organizado y con él ocupó el Organismo Ejecutivo en el país a partir de 2012. De no ser por el importante trabajo de la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) y la Fiscalía Especial Contra la Impunidad (FECI), esta estructura criminal hubiese cometido aún peores crímenes que los cometidos hasta el 2015.

Ahora las y los guatemaltecos estamos viviendo, a manera de una de las peores farsas, las consecuencias del resultado electoral 2015, donde la oligarquía y las élites política y militar en conjunto con el crimen organizado asumen a FCN-Nación y a Jimmy Morales como los vehículos ideales para retomar el control pleno de los tres poderes del Estado. Esta farsa ha implicado que como sociedad, hoy vivamos una de las peores crisis políticas, económicas y sociales. Corrupción, impunidad y anomía han sido los denominadores comunes de estos últimos tres años. Ahora este proyecto político encabeza una alianza entre estos actores del poder fáctico que han desarrollado un serio retroceso en materia democrática y de derechos humanos.

Este 2019, nos volvemos a enfrentar a un nuevo proceso electoral, con más de 24 partidos políticos en contienda, de los cuales la mayoría están compuestos por miembros de estructuras criminales tales como narcotraficantes, tratantes de personas, traficantes de armas, entre otros, así como políticos reciclados de otros partidos que durante décadas se han dedicado a saquear al Estado guatemalteco y como mínimo compuestos por una caterva de oportunistas que no tienen más que como único interés enriquecerse. Es por ello que, no vote usted por aquellos partidos políticos que tengan en sus filas a corruptos, implicados en actos de tráfico de influencias, narcotráfico, militares genocidas o cualquier otro hecho delictivo.

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