Emilio Matta

emiliomattasaravia@gmail.com

Esposo y padre. Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad Francisco Marroquín, MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, Certificado en Métodos de Pronósticos por Florida International University. 24 años de trayectoria profesional en las áreas de Operaciones, Logística y Finanzas en empresas industriales, comerciales y de servicios, empresario y columnista en La Hora.

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Emilio Matta Saravia
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Recuerdo que, en elecciones anteriores, como las de 1990, distintas instituciones organizaban debates donde acudían todos los candidatos a la primera magistratura de la nación para exponer sus “planes” de gobierno, así como su opinión sobre los distintos problemas que aquejaban en aquel entonces a los guatemaltecos. Valga decir que siguen siendo los mismos problemas, ya que ninguno de nuestros gobiernos ha logrado tan siquiera paliarlos, menos resolverlos.

En democracias con un mayor grado de madurez de su ciudadanía, como la estadounidense, se realizan debates entre los candidatos presidenciales, los cuales tienen regularmente un altísimo nivel de audiencia, ya que la ciudadanía en general se interesa por conocer las propuestas de los candidatos principalmente en materia económica y social.

Esto, sin embargo, rara vez ocurre en Guatemala, ya que tenemos una ciudadanía apática y renuente a participar en los procesos electorales (el alto grado de abstencionismo que hemos tenido en cada proceso electoral, siempre superior al 30% de los votantes inscritos, así lo corrobora). Es interesante destacar que la mayor participación en elecciones desde que inició la mal llamada era democrática en 1985, fue en las elecciones de 1986, las primeras, y las de 2015, cuando la población se volcó a votar en contra de Manuel Baldizón en la primera vuelta y de Sandra Torres en la segunda, quedando de carambola el comediante que actualmente nos (mal) gobierna.

Al no tener debates entre los candidatos en medios masivos de comunicación, los votantes no podemos corroborar el nivel de inteligencia, preparación y conocimiento que puedan tener dichos candidatos sobre los problemas que nos aquejan. Este tipo de debates deberían fomentarse, no solo para los candidatos a la Presidencia; también a nivel departamental para los candidatos a diputados y a nivel municipal para los candidatos a alcalde. El ejercicio del debate es una parte muy importante de la cultura democrática en los países desarrollados y me parece lamentable que ya no existe en nuestro país.

De igual forma, la carencia de programas de gobierno de los distintos candidatos (existen contadas excepciones que si los tienen) nos demuestra, por un lado, que quienes aspiran a ocupar la silla presidencial en Guatemala no están preparados para hacerlo, y si de casualidad ganan, llegan a improvisar, dada su falta de experiencia, conocimiento y preparación. Por otro lado, también corrobora la apatía del ciudadano guatemalteco, ya que quienes debemos exigir programas serios a nuestros candidatos somos nosotros mismos.

Por primera vez en la historia será vinculante el voto nulo, pudiendo ser una herramienta que tenemos los ciudadanos para demostrar nuestro rechazo ante la pésima oferta electoral que tenemos. Sin embargo, entiendo que el voto nulo solo hará que las elecciones se repitan con los mismos participantes, lo cual no ayuda a resolver el problema de fondo, que es la falta de candidatos serios, con programas de gobierno serios.

El debate es una herramienta que obliga a los candidatos a identificar los problemas de la población y a encontrarles soluciones, y otra vez estará ausente en nuestras elecciones.

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