Fernando Mollinedo

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Guatemalteco, Maestro de educación primaria, Profesor de segunda enseñanza, Periodista miembro de la Asociación de Periodistas de Guatemala, realizó estudios de leyes en la Universidad de San Carlos de Guatemala y de Historia en la Universidad Francisco Marroquín; columnista de Diario La Hora durante 26 años, aborda en sus temas aspectos históricos, educativos y de seguridad ciudadana. Su trabajo se distingue por manejar la palabra sencilla y coloquial, dando al lector la oportunidad de comprender de modo sencillo el universo que nos rodea. Analiza los difíciles problemas del país, con un criterio otorgado por su larga trayectoria.

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Fernando Mollinedo C.

Uno, a lo sumo dos o en su caso tres de los veintisiete candidatos, muestran lógica y congruencia en su decir y particularmente en su propuesta de gobierno; los demás políticos o quienes dicen serlo, no actúan por convicción sino en busca de un beneficio particular y eso igualmente causa demérito en la vocación de servicio a la sociedad. De ahí que exista una enorme distancia entre gobernantes y gobernados o representantes populares y su pueblo.

Años atrás era muy difícil que alguna figura política optara por renunciar a las filas de su partido, si alguno llegaba a hacerlo, era objeto de toda clase de críticas, porque ello demostraba su incongruencia y deslealtad a sus principios ideológicos; sin embargo, ahora es cosa de todos los días.

También llama la atención, la falta de renovación de cuadros y formación política, pues la mayoría de los dirigentes son los mismos políticos viejos que brincan de un partido a otro para no perder continuidad y los seguimos viendo ahí, ejerciendo el poder público. En caso de ver caras nuevas, no es porque les hayan abierto las puertas a los verdaderos líderes populares, es porque se trata de las nuevas generaciones de sus mismas familias.

Los partidos Unionista, UCN, UNE, PAN, Victoria y todos los demás son el ejemplo del cacicazgo y herencia cuyos propietarios imponen a los candidatos que competirán en las elecciones generales; no hay partido político que convoque a sus bases para que, por designación de la mayoría pueda representarlos políticamente por su capacidad, honestidad, trayectoria cívica y social y de trabajo.

Si se hurga en el pasado, se encontrará hijos, nietos, bisnietos, hermanos, familiares, amigos de la infancia, queridas y examantes con hijos, excuñados e hijos no reconocidos, detentando posiciones en los mandos gubernamentales y en sus organizaciones políticas tal y como lo hicieron sus ancestros. Por ende, la mayoría de las personas que llegaron a ser escogidos como candidatos, lo fueron por tales circunstancias; entendiendo que hay excepciones muy honrosas que se ganaron el puesto en base a sus méritos personales, profesionales y que son conocedores de la realidad política del país.

Usualmente, aunque no sepan de política, desempeñan funciones públicas (a veces públicas y otras fantasmas) en puestos ejecutivos sin tener capacidad pues carecen de formación ética, moral y cultural, y ordenan acciones legales y administrativas aplicando su lógica común sin conocer las leyes y reglamentos generales de la dependencia o ministerio donde supuestamente trabajan.

¿Y la plataforma ideológica con que gobiernan tales personas? ¿Cuál es, en qué consiste, cuáles son sus objetivos inmediatos, mediatos y teleológicos?

Ahora salen con que la izquierda y derecha son lo mismo y que si ayer fueron antagónicos a morir, hoy hay que ir juntos con ellos si se quiere mantener o llegar al poder. ¿Cuál es su razón de estar en ese puesto, para beneficio de quién? Sin lugar a duda, lo que les interesa es realizar grandes negocios con los comerciantes, agroexportadores, industriales, financistas y banqueros entre otros, para su beneficio personal.

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