Fernando Mollinedo C.
La ideología es el conjunto de ideas fundamentales que caracterizan el pensamiento de una persona, movimientos culturales, religiosos o políticos; como doctrina tuvo por objeto el estudio de las ideas de moda en Europa por finales de los años mil ochocientos y principios de los mil novecientos.
El ahora muy distinto proceso electoral en Guatemala marca una contienda que no ofrece definiciones a los electores, creando una confusión general en los ciudadanos en cuanto a creer en los planteamientos de los más de veinte candidatos a la Presidencia de la República; pues ahora, participan como candidatos figuras históricamente cuestionadas seriamente por su pasado privado o político.
Esta permisibilidad impuesta como ley por los mismos políticos con el fin –según ellos– de tener un más fácil acceso al poder, trajo como consecuencia la hilaridad, desencanto, mofa, desaliento de la población al conocer en términos generales a los candidatos presidenciales.
Además, esta supuesta democratización electoral dejó a un lado la ideología partidista que era un factor fundamental para la toma de decisiones y distinguía a unos candidatos de otros; aparte que, ofrecía argumentos de debate a la hora de discutir plataformas y propuestas de gobierno. Podría decirse que la ideología era la mayor atracción a la hora de emitir el voto, sin embargo, a partir de que, con la sola intención de llegar a ejercer el poder público se inició la traidora costumbre de hacer acuerdos entre izquierda, centro y derecha, lo cual desvirtuó el espíritu democrático de la elección para ir en la misma dirección y con la misma fórmula: la expoliación del Estado.
Las alianzas de partidos con ideología diferente son comunes en Guatemala, pero sólo de nombre, pues la utilizan en el discurso político de arenga y no en la práctica cuando ejercen el poder. Doctrinariamente comulgan puntos de vista y posicionamientos incompatibles, contrarios entre sí, pero el objetivo de su estrategia es acceder al poder y repartirse puestos administrativos en la administración del Estado.
Buena parte del electorado guatemalteco no termina de comprender el porqué de estas modas o costumbres políticas y en cierto modo, porque piensan que se pierde el sentido ideológico de lo sustancial por lo cual luchar. Y todo eso va dando señales que la mayoría de los votantes el 16 de junio, día de la elección, lo harán fundamentalmente por las personas, no por los partidos y su posibilidad de triunfo será más que nada por su carisma, liderazgo y credibilidad que ofrezca el candidato a la presidencia, diputación o alcaldía.
La falta de identidad partidista contamina a sus cuadros, que ya no atienden a una mística especial, ahora lo hacen por intereses muy personales, de forma que, si en este momento les conviene vestirse de rojo, azul, morado, verde, celeste o cualquiera otro color, sin ningún rubor ni pena lo harán, pero podría ser que mañana la cosa se torne distinta, y tengan que ponerse una camiseta distinta, tal cual lo vimos recientemente con el caso de una señora que sin ser electa ni candidata se convirtió en tránsfuga.