Cartas del Lector

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Alfonso Mata

El hombre, mordiéndose los labios, continuó dándole brillo a los zapatos y se plantó ante mi pegunta: Hace sesenta años que vivo en este país de egoístas, envidiosos y avariciosos. A las mujeres las usamos no las queremos, le pedimos fidelidad de perro, ellas se acomodan y resignan porque son crédulas y cuando pueden escupen sus resentimientos sobre sus hombres y sus hijos. Son lindas y provocativas, algunas perversas. Los niños se dicen protegidos por una moral oficial, que los usa para su beneficio, y los hombres, reprimidos desde niños por las frustraciones de nuestros padres y madres, desviamos nuestros instintos y damos salida a nuestros malestares y frustraciones desde adolescentes, ya sea a través de las drogas y alcohol o buscando poder y autoridad a como dé lugar y contra toda regla. Cada quien en lo suyo, así es. Unos y otros vamos por este mundo, retorciéndonos como culebras, maldiciendo y pateando, queriendo todo para uno: cada quien en lo suyo. Y entre tanto condenado veneno, se nos pide como algo de obligatoriedad, seleccionar que alguien nos gobierne.

Oiga usté los noticiarios: informan todas las mañanas pura maldad, abusos y desvergüenzas y por la noche aún más. Escándalos del gobierno, de la gente, de los poderosos y los pobres, las iglesias, deportistas y artistas no se diga policías y militares. Y entonces yo insisto, realmente por qué preocuparse por esas cosas: cada quien a lo suyo; pues sucesos y acontecimientos al margen, son auroras del día a día del pobre y del rico, así que es mentira poder cambiar cada cuatro años “todo al margen de la ley”.

Realmente no me avergüenza no votar. Vergüenza me da mi pobreza y mi estupidez, no la atmósfera caldeada de la política. Mi estupidez de no poderme resbalar como hacen otros sin apego a la ley, todo porque tengo conciencia miedosa de no poder oler y poner oídos a esa dirección oculta que lleva a estar más mejor. ¡Entre nos! no siempre he sido santo, cargo con pecadillos y escándalos.

¡Mire! nuestros políticos hombres y mujeres, en lo que son más que cuidadosos, es en cortar pies y manos a todo lo que no les beneficie; todo lo hacen rápido; no se paran en pintas; días les bastan para identificar que les hace mal, sentenciar qué hacer, sobornar y suprimir; y con todo y eso, se nos pide actuar cada cuatro años, ¡qué tontería! Puede traer usted mil CICIG a buscar el paradero de dineros, cosas, gentes, tierras, que si no acaba de a riendazo el mal, es puro desperdicio lo que se hace. Elecciones, denuncias, no son más que espirales de humo que se esfuman desairando las esperanzas que es vano tenerlas y fomentarlas cuando se vive en medio de perversiones ostentosas, desvergonzadas, lideradas por gente de pomada arrastrada dentro de un torrente político sucio. Eso no se corrige en un papel. Así que ¡Listo jefe! deje de acariciar ese sedimento dulce y amargo que es la política; vaya a lo suyo.

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