Francisco Cáceres

caceresfra@gmail.com

Nació en Guatemala el 19 de Julio de 1938; tiene estudios universitarios y técnicos en ciencias jurídicas y sociales, administración empresarial, pública, finanzas, comunicación, mercadeo y publicidad. Empresario, directivo, consejero y ejecutivo en diversas entidades industriales, comerciales y de servicio a la comunidad. Por más de 28 años consecutivos ha sido columnista en este medio.

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Francisco Cáceres Barrios
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Un amigo cuyo nombre me reservo, me dijo un día antes de las últimas elecciones que en mala hora resultara electo Jimmy Morales, que no concurriría a las urnas a votar, tal y como lo había hecho en oportunidades anteriores, pues no confiaba en el sistema, el que a su juicio debía modificarse sustancialmente puesto que el remedo de democracia que veníamos utilizando desde 1985 no servía para nada, lo que se demostraba con todo lo que había venido sucediendo desde los treinta años precedentes. Mis argumentos fueron inútiles para convencerlo y hoy tengo que reconocer que tenía razón. Tonto y lerdo que es uno, pero el ánimo de lograr que Guatemala progresara me hizo confiar en falsas esperanzas.

Muchos períodos preelectorales me ha tocado vivir desde la época en que acariciando el sueño de que con la promulgación de una nueva Carta Magna, el destino de nuestro país sería muy distinto al que nos había tocado vivir, lo que hizo crisis en el último período presidencial cuando la politiquería logró sentar sus reales hasta lograr que nuestra población ahora esté viviendo dentro de un marco de incertidumbre tal, que por más encuestas, estudios o investigaciones sociológicas o motivacionales que se practiquen, no logramos salir avante de la terrible sensación que produce el no saber qué podrá pasar o mejor dicho, quién podrá gobernar de tal manera que nos permita lograr un real y positivo desarrollo para una sociedad que se debate entre una delincuencia descarada jamás vista y la pobre e ingrata actitud de autoridades políticas, judiciales y sociales que lo único que persiguen es satisfacer sus propios intereses.

Estando a un poco más de sesenta días, la Ley Electoral que debiera regir el evento todavía no está firme, pues tiene recursos de inconstitucionalidad pendientes de resolver; no están definidas varias candidaturas, empezando por las presidenciales y si hay decenas de binomios de estos, como cientos o miles de aspirantes a diputados al Congreso o al Parlacen, alcaldes o integrantes de los Concejos Municipales, lo mismo le da a la ciudadanía, pues la gran mayoría de los que están en el tapete carecen de la honradez, idoneidad y capacidad (en ese orden) salvo la opinión de quienes poco les importa el exacto cumplimiento de las normas, principios y valores que debieran regir a todos los guatemaltecos, pues siguen pensando que retorcerlas o interpretarlas a su sabor y antojo da los mismos resultados.

El panorama electoral del año 2019 no podía ser más sombrío de lo que actualmente es y la gran mayoría de la población triste y lamentablemente todavía no se ha percatado de los inconvenientes que ello va a traer consigo, pues sus manifestaciones de inconformidad no se van a hacer esperar y ¡volveremos a las mismas! Paros, huelgas, manifestaciones, bloqueos, asambleas generales permanentes o cualquier otro nombre que se escoja para exigir de las autoridades, algo que simple y sencillamente no se puede lograr.

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