Walter Juárez Estrada
El proceso electoral del 16 de junio, discurre entre luces y sombras, dudas si los aspirantes a la presidencia, diputados y alcaldes, son probos y cumplirán sus promesas y si efectivamente no tienen tachas, si en última instancia, las Cortes los amparan, procesos que deben ser sustanciados de manera exprés, para no despertar dudas en la población, sino son corruptos y pueden cumplir su programa de gobierno, en caso contrario, el gran ganador en los comicios, será el abstencionismo como prevén expertos, que dan por hecho que votar por los 24 aspirantes, la mayoría con tachas de corruptos, sería lo mismo que ocurrió en el último proceso cuando se eligió a un improvisado, sin programa de gobierno y con ministros incapaces.
El Tribunal Supremo Electoral ha roto paradigmas con acuerdos que los aspirantes tachan de inconstitucionales por las severas prohibiciones para darse a conocer y creen que el voto en varios Estados norteamericanos, será un fracaso, porque el connacional que entró ilegalmente, no le interesa quién será el nuevo presidente, porque su mayor preocupación es ayudar a su familia radicada aquí, pues saben que los políticos quieren el poder y no ayudar al pobre, que apenas puede sobrevivir con un mísero salario, por la explotación del sector privado que le paga salarios de miseria.
El proceso electoral que entró a su segunda fase, es inédito y atípico, por varias razones. Son 28 partidos que postularon candidatos a puestos de elección. Varias de estas instituciones escogieron a candidatos presidenciales, para llenar los requisitos, pero la mayoría son reciclados con dirigentes corruptos y se da por hecho que una buena mayoría de esos partidos, pasará a la historia, porque no logrará obtener los votos necesarios para seguir vigentes y por supuesto, perderán millones, porque son maquinarias electorales de postín, sin ideología propia. El TSE quiere sentar cátedra de credibilidad, para que no se repitan los incidentes del pasado. Ha sido rígido con el control de los aportes que reciben los aspirantes a puestos de elección, porque en el pasado los dirigentes recibían millonarias sumas de dinero, de grupos anónimos, incluyendo de narcos y del sector privado, bajo la condición que eran aportaciones oscuras, y los antecedentes hablan, cuando varios de esos asquerosos políticos, guardan prisión y las condenas pueden ser de por vida.
Se sabe que muchos aspirantes en este proceso, obtuvieron su finiquito, mediante pagas elevadas y de resultar electos, podrían ser investigados. Si efectivamente la población se abstiene de votar, sería un duro golpe a todo el andamiaje que se ha montado para este proceso, donde los candidatos tienen poco tiempo para desplazarse en los 340 municipios de la república, para darse a conocer, pero muchos ya son conocidos por corruptos, y deben recibir un no del guatemalteco de a pie, que pide seguridad, educación, vías de circulación en buen estado.
Este proceso electoral quedará registrado en la historia del país, por los reglamentos y el control, para evitar el sucio manejo de campañas espurias, que han sido manipuladas por políticos de viejo cuño que solo les interesa asaltar el poder. Es aconsejable la no reelección de diputados y alcaldes, porque sería volver a lo mismo y de eso ya estamos hartos.