Adolfo Mazariegos

Politólogo y escritor, con estudios de posgrado en Gestión Pública. Actualmente catedrático en la Escuela de Ciencia Política de la Universidad de San Carlos de Guatemala y consultor independiente en temas de formación política y ciudadana, problemática social y migrantes. Autor de varias obras, tanto en el género de la narrativa como en el marco de las ciencias sociales.

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Adolfo Mazariegos

[…] Como mencioné la semana anterior en la primera parte de esta breve reflexión surgida a partir de una extensa y agradable conversación con un amigo, he de reiterar que para mí la educación es una de las claves esenciales para el desarrollo de los Estados. Así lo creo. Y así lo he manifestado en distintas ocasiones a pesar de que en Guatemala ésta ha sido puesta en segundos planos en el contexto del quehacer gubernamental en tanto satisfacción de necesidades colectivas. Hoy día el sistema educativo guatemalteco evidencia falencias en distintas áreas, no sólo en el ámbito académico sino también en aspectos tecnológicos, de infraestructura, de cobertura y en cuestiones que pueden parecer ajenas a la temática pero que, directa o indirectamente, tienen una clara incidencia en ello (como la nutrición –o desnutrición– infantil, que es un claro ejemplo al respecto). Una sociedad con educación, entendida esta como ese conjunto de conocimientos que se adquieren a través de un sistema de enseñanza-aprendizaje escolar y académico en distintas áreas, tiene un horizonte de posibilidades más amplio para buscar soluciones a las distintas problemáticas que usualmente plantea la vida cotidiana en el marco de una sociedad civilizada, particularmente frente a las demandas y necesidades de un mundo competitivo y exigente como en el que actualmente vivimos. El país experimenta, ciertamente, una y mil necesidades en áreas tan diversas que van desde la salud hasta la seguridad ciudadana, y por esa razón, quizá hablar de la necesidad de realizar inversión en educación pública resulte para muchos un tema ya muy manido o incluso incómodo, pero la realidad es la realidad, y la verdad es que mientras se siga negando la necesidad de brindar educación de calidad, con tecnología actualizada y con la infraestructura necesaria que motive la permanencia del o la estudiante en las aulas, el país seguirá experimentando esa suerte de estancamiento que no le permite ampliar sus horizontes y enfrentar como es debido las retos de cara al futuro; por ello grandes cerebros se han “fugado”; por ello grandes oportunidades se han perdido; y por muy doloroso e irónico que pueda parecer, Guatemala, a pesar de contar con uno de los pocos premios Nobel de Literatura a nivel latinoamericano, es hoy día un país con altos índices de analfabetismo y falta de acceso a educación pública de calidad en condiciones de igualdad en el continente, lo cual es preocupante, puesto que revela una realidad nefasta que, no sólo puede tomar mucho tiempo revertir, sino que sume aún más al país por derroteros contrarios al desarrollo. La educación debe incluir, además, de acuerdo a cada nivel educativo, formación en diversas áreas que enriquecen la cultura de un país (artes plásticas, música, literatura, ciencia, etc.), y que pueden constituirse, en un momento dado, en elementos de los motores de desarrollo del Estado… En fin. Los verdaderos estadistas piensan en las futuras generaciones. Por ello, como en ocasiones anteriores, dejo en este breve texto la inquietud, a manera de invitación.

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