Por: Adrián Zapata
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Recientemente, en el diario El País (https://elpais.com/elpais/2019/03/28/3500_millones/1553813865_884151.html), se publicó una nota titulada “La desigualdad ahoga a Guatemala”, donde se hace referencia al informe “Entre el suelo y el cielo” de Oxfam, que “recoge un análisis multidimensional de la desigualdad en Guatemala”. La metodología para la realización del mismo fue desarrollada por dicha organización internacional conjuntamente con la London School of Economics. Metafóricamente, se compara a quienes viven en el cielo y los que habitan en el suelo. Se afirma que: “En el cielo social se encuentra el 1% de los más ricos que se llevan los mismos ingresos que la mitad de la población, y las grandes empresas –solo 3% de las empresas formales– acumulan el 65% de los beneficios generados en el país”.
También se refiere que: “La recaudación de impuestos es de tan solo el 10% del PIB, la mitad de lo necesario para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Guatemala es un Estado con desnutrición fiscal crónica al contar con una de las recaudaciones más bajas del mundo”. Recuerda que en España la recaudación es del 34.5%, en Francia el 48.4% y en Italia el 42.4%.
Pero esa lacerante realidad está ausente en la campaña electoral que ya está en marcha. La “opinión pública”, que es realmente la opinión de unos pocos porque la mayoría de la población está ausente, se encuentra angustiada por saber cómo se resolverán las acciones legales promovidas para evitar que las candidatas a Presidenta puedan participar. Las discusiones “serias” y las coloquiales giran en torno a especular si Sandra, Thelma y Zury podrán participar, dependiendo cómo las cortes resuelvan el último recurso presentado.
Quienes ya han colgado propaganda en los postes y otros lugares, lo que promocionan son las caras de sus candidatos, algunos ridículamente diciendo que “aman Guatemala”. No parece haber diferencia entre promover una pasta dental o cualquier otro producto comercial y vender al candidato (a).
No hay contenido programático significativo en lo que se está discutiendo. Lo único de fondo es la lucha contra la corrupción.
A lo más que parecen aspirar los contendientes con su propaganda es a posicionar un eslogan que conquiste la subjetividad de los electores. En su defensa habrá quienes esgrimirán el argumento del poco tiempo para darle contenido diferente, el cual es cierto pero sólo si partimos de la inexistencia real de partidos y su presencia circunscrita a coyunturas electorales.
La democracia no puede mantener su legitimidad únicamente a base de la realización periódica de elecciones, lo cual sin duda es fundamental, pero insuficiente. Tiene que haber una cohesión social que posibilite valorar lo que la democracia significa para un pueblo. Y cuando existe la desigualdad que evidencia el Informe de Oxfam se hace evidente que quienes viven en “el suelo”, que son totalmente mayoritarios, no pueden desarrollar una valoración de la democracia. La coexistencia de grosera desigualdad con pobreza generalizada inviabiliza la legitimidad de la democracia, preocupación que está ausente en esta práctica leguleya de la política.