Fernando Mollinedo

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Guatemalteco, Maestro de educación primaria, Profesor de segunda enseñanza, Periodista miembro de la Asociación de Periodistas de Guatemala, realizó estudios de leyes en la Universidad de San Carlos de Guatemala y de Historia en la Universidad Francisco Marroquín; columnista de Diario La Hora durante 26 años, aborda en sus temas aspectos históricos, educativos y de seguridad ciudadana. Su trabajo se distingue por manejar la palabra sencilla y coloquial, dando al lector la oportunidad de comprender de modo sencillo el universo que nos rodea. Analiza los difíciles problemas del país, con un criterio otorgado por su larga trayectoria.

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Fernando Mollinedo C.

La salud es uno de los aspectos más importantes en la vida del ser humano; de ello depende el desarrollo físico e intelectual de todas las personas, es el motor de la vida y como fin último el trabajar para vivir sano o en su caso, vivir sano para trabajar y lograrse las comodidades que ofrece el mercado de consumo.

Como resultado de la conquista militar e imposición de culturas occidentales, se desarrolló en la sociedad el concepto de proteger la salud de la población para efectos de un mejor rendimiento en las labores de agricultura, minería y servicios; para ello se crearon instituciones sanitarias usualmente regenteadas por personal de las órdenes religiosas.

Desde la perspectiva económica, en cualquier parte del mundo, la atención médica tiene un costo muy elevado, a no ser que se obtengan los servicios de instituciones nacionales, gubernamentales o estatales. En Guatemala, el servicio sanitario institucional ha existido desde hace muchísimos años y su mejor exponente ha sido el Hospital General “San Juan de Dios”.

Existen hospitales departamentales y centros de salud en varios puntos del país, sin embargo, el crecimiento de la población exigió el aparecimiento de las clínicas privadas a donde acude por servicios médicos inmediatos pagados, en contraste con los servicios públicos que adolecen y/o carecen de los insumos básicos y necesarios para prestar la atención profesional debida.

La creación del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social fue un acierto; su estructura fue de vanguardia en su momento con la participación económica de trabajadores, empleadores y Estado; sin embargo, con el aparecimiento de la opacidad en el manejo de los recursos públicos y la diversificación de funciones que se fueron añadiendo a la seguridad social y red nacional de salud, los oligopolios farmacéuticos a escala mundial que suministran los insumos a los diferentes nosocomios permitieron la comisión de actos corruptos para beneficio propio y de los funcionarios encargados del sistema de salud.

La descapitalización del sistema hospitalario con partidas presupuestarias misérrimas obligó a los hospitales a tener servicios clínicos poco eficientes en la atención a sus pacientes; desde los robos hormiga de algunos trabajadores hasta la desviación de recursos para financiar campañas políticas o para satisfacer intereses personales contribuyeron a su decadencia financiera y técnica

En Guatemala, la mayoría de las dependencias públicas ha sido susceptible al despilfarro y malversación de los fondos públicos, y en este caso el sector salud no ha sido la excepción. Es de reconocer que el Estado no ha honrado el pago del pasivo que le debe al IGSS correspondiente a las aportaciones que no han hecho las instituciones públicas al sistema de seguridad social.

La medicina de calidad es un bien inalcanzable para la mayoría de la población, pues el costo de medicamentos en los negocios expendedores denominados farmacias no está al alcance del bolsillo de la población. Los planes de Farmacias del Estado fracasaron por los motivos expuestos. Mientras tanto… ya vienen las alegres elecciones.

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