Francisco Cáceres

caceresfra@gmail.com

Nació en Guatemala el 19 de Julio de 1938; tiene estudios universitarios y técnicos en ciencias jurídicas y sociales, administración empresarial, pública, finanzas, comunicación, mercadeo y publicidad. Empresario, directivo, consejero y ejecutivo en diversas entidades industriales, comerciales y de servicio a la comunidad. Por más de 28 años consecutivos ha sido columnista en este medio.

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Francisco Cáceres Barrios
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A principios de la presente semana los medios de comunicación publicaron diversos comentarios sobre la Secretaría de Inteligencia Estratégica, especialmente por los tremendos desaciertos que ha tenido su titular, señor Mario Duarte y por la duda que despierta en la población su efectiva necesidad, salvo que tan rimbombante nombre sirva solamente para ocultar otros propósitos que en realidad persigue la Presidencia de la República con tenerla de cercano colaborador, haya merecido un incremento presupuestario para el 2019 en su asignación anual de Q35 millones y que, durante el año 2018, a pesar de solo tener Q17 millones, se le hicieron transferencias hasta incrementarla por la cantidad de Q33.2 millones.

¿Podrá alguien informar con detalle a la población para qué se han utilizado tantos millones de quetzales? ¿Podrá alguien justificar que ello es más importante que mejorar los equipos médico-científicos de los hospitales nacionales? ¿Podrá alguien darle prioridad a ese tipo de gastos, cuando aquellos que contribuyen a mejorar las condiciones de seguridad en que se encuentra la población guatemalteca, sus estaciones policiales no tienen siquiera para pagar los alquileres? Prácticamente la mentada Secretaría ha venido funcionando sin que la población, la que con sus impuestos sufraga el Presupuesto de gastos de la Nación, conozca a fondo sus objetivos y los métodos que emplea para cumplir con sus fines, pues entre otros gastos, se mencionan “servicios profesionales y técnicos” o “asesorías jurídicas” que muy bien otras dependencias del Estado podrían ejecutar y prestar dichos servicios.

Mientras tanto, el gobierno del presidente Jimmy Morales a estas alturas del año 2019 no ha podido firmar el contrato con el Banco Mundial para que podamos acceder al préstamo de 100 millones de dólares norteamericanos que están destinados, como todo el mundo sabe, para combatir la desnutrición crónica infantil, programa llamado “Crecer Sano” por sinfín de razones, destacándose entre las deficiencias que a la bancada oficial le haya venido del norte que dicho préstamo se iba a vencer, sin que el Congreso lo aprobara con suficiente antelación; que los trámites administrativos tampoco se cumplieron con la suficiente diligencia y que las licitaciones de compra de equipo y materiales tampoco se hicieron con la premura que su urgente necesidad requería.

Así las cosas, al terminar de escribir este comentario, todavía no tenemos la certeza de que se podrán utilizar estos recursos tan valiosos para lograr mantener vivos a miles de niños condenados a morir por una pavorosa situación de desnutrición generalizada. Ante tal panorama se evidencia que el presidente Jimmy Morales y sus ministros son los únicos chapines que desconocen la gran verdad que encierra el pronóstico de que la desnutrición en Guatemala solo deja dos opciones: que la mitad de los niños de cinco años o mueren por la desnutrición aguda que vienen padeciendo o pierden la oportunidad de desarrollar bien su organismo por la misma. Ante tan dura realidad ¿alguien dudaría hacer hasta lo imposible por eliminarla?

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