Félix Loarca Guzmán
Las próximas elecciones generales en Guatemala previstas para el 16 de junio, serán un nuevo simulacro de democracia dentro del putrefacto sistema capitalista que predomina en nuestro medio. Democracia quiere decir el poder del pueblo, pero en nuestro caso el poder lo tienen los que poseen el mayor porcentaje de la riqueza.
Como escribió hace meses el destacado académico y columnista de elPeriódico, Mario Roberto Morales, “Este río revuelto de simulacros es ganancia de pescadores oportunistas”.
Las elecciones no serán más que una farsa en la que la suerte ya está echada. El ungido para ocupar la silla presidencial será el “escogido” por la Embajada de la Avenida de la Reforma, con la anuencia de los sectores de la clase empresarial aglutinados en el CACIF, quienes desde 1954 son los verdaderos gobernantes del país.
La activista de derechos humanos, Carmen Rosa de León, dijo esta semana con gran acierto, que en estas elecciones se le está poniendo al pueblo a escoger entre lo peor y lo mismo de siempre.
La expresión de esta distinguida dama, no solo pone de relieve el desencanto y frustración de la ciudadanía ante las elecciones, sino desnuda una realidad que nos debería avergonzar como sociedad.
Cada cuatro años, se trata de darle atole con el dedo a los guatemaltecos pobres, haciéndoles creer que con su voto pueden decidir el futuro del país, aunque eso en la práctica es una falacia.
En el caso de Guatemala, existe un plan ambicioso como es la meta de lograr la restauración oligárquica por medio del llamado Plan para la Prosperidad impuesto por el gobierno de Estados Unidos a los tres países del Triángulo Norte de Centroamérica, Honduras, El Salvador y Guatemala.
El doctor Mario Roberto Morales ha profundizado ampliamente sobre este tema, puntualizando sobre la existencia de una pugna intraoligárquica, entre dos grupos representativos del neoliberalismo, como son el de los seguidores del exalcalde Álvaro Arzú y el de los simpatizantes de la corriente que representa el magnate de la industria del pollo frito, Dionisio Gutiérrez.
Los primeros que se presentan como adalides de la “institucionalidad” y “salvadores” del pueblo contra el comunismo. Los segundos se identifican con la lucha en contra de la corrupción y no ocultan su simpatía hacia la CICIG.
Ambos grupos se mueven dentro de la esfera del neoliberalismo, o etapa salvaje del capitalismo. Los dos están en contra del gobierno de Venezuela del Presidente Nicolás Maduro y son “amigos incondicionales” de los gobiernos de Estados Unidos.
Este es el verdadero escenario de las próximas elecciones, en el que el pueblo ingenuamente creerá que su voto podría cambiar el rumbo del país, aunque en la realidad ello será una simple ilusión.
En Guatemala, los sectores de la clase dominante o poseedora del capital, la Embajada y los militares, seguirán decidiendo el futuro de nuestro empobrecido pueblo.