Siempre dijimos que los argumentos sobre la presunción de inocencia fueron parte de la hipocresía existente en nuestro país porque nunca se reparó en ese principio jurídico hasta que fueron sindicados personajes de la mera cúpula históricamente intocable y fue en ese momento cuando se reparó en que la Constitución dice que toda persona es inocente hasta que se demuestre lo contrario en un proceso penal con apego a la ley y en sentencia firme.

Antes de ello, cuando fotografiaban y se publicaban las imágenes de personas enchachadas nadie movía un dedo porque eran gente sin pedigrí alguno. Pero mucho peor aún, cuando los escuadrones de la muerte se dedicaban a hacer limpieza social no existía noción siquiera de esa presunción de inocencia que se volvió caballito de batalla para ir minando el esfuerzo de la lucha contra la corrupción porque, como tenía que ser, cayeron copetudos intocables que resultaron involucrados en los delitos de la captura del Estado.

Y tan es un argumento usado de acuerdo a su conveniencia que ahora, cuando en un oscuro proceso bajo reserva se acusa a quien investigó a todos los pícaros, políticos y empresarios se acusa a la ex fiscal general Thelma Aldana, resulta que vuelve a valer madre la presunción de inocencia y le zampan la etiqueta de delincuente con absoluto cinismo y tranquilidad.

No puede haber prueba más fehaciente de la hipocresía chapina que esa doble cara para hablar de la presunción de inocencia y darse baños de pureza al mismo tiempo que, cuando conviene, se lanzan toneladas de lodo contra quien no es de nuestro agrado. Así somos y hemos sido siempre, dados al usar el doble rasero o, como nos dice el evangelio, prestos a ver la paja en el ojo ajeno pero nunca aceptamos tener una viga en el propio. Es más, mientras más cochina es la gente, más descarada y cínica es para hacer uso de esa peculiaridad tan especial de un buen segmento de nuestra sociedad irredenta.

La presunción de inocencia es un valor absoluto que, sin embargo, no impide la investigación penal, extremo al que quiso llevarse cuando se atacaba a la CICIG y al Ministerio Público precisamente en los tiempos de la fiscal Aldana. Lo que no se puede es asegurar que alguien es delincuente sin que se haya probado en juicio y ni Velásquez ni Aldana hicieron nunca eso. Pero hoy sí que lo hacen sus detractores, a quienes les urge perfilar a la exfiscal como criminal para evitar que participe en la elección de Presidente de Guatemala.

Redacción La Hora

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