Juan Jacobo Muñoz Lemus

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"Guatemalteco, médico y psiquiatra"

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Juan Jacobo Muñoz

Si me regalaran un Ferrari, lo tendría que rechazar. No es que no me antojara correr en él, a cualquiera tentaría la emoción. Tampoco es que sea de espíritu perdedor; ambiciono cosas bellas.

Si aceptara, no tendría donde estacionarlo. Supongo que se necesita una casa acorde. Y qué decir del mantenimiento, deben ser cuentas millonarias.

Además, vivo en la ciudad de Guatemala, donde se camina a cuarenta kilómetros; y no hay carreteras donde revolucionar un auto de carrera. Y luego la altura, cualquier hoyo sería un atentado, y para pasar túmulos, que no son pocos, tendría que bajarme a cargarlo a cada rato.

De especificaciones no sé nada, pero debe ser un carro difícil. Digamos que un carro que no es para mí. A menos que mi intención, fuera impresionar a unos cuantos impresionables.

Algo así pasa con los trabajos. Preguntamos cuánto pagan, pero no lo que hay que hacer. Podríamos aceptar un trabajo de hacer bombas, creyendo que con un tutorial en internet alcanzaría para aprender. Al rato mucha gente moriría por una explosión irresponsable; hasta un hijo nuestro quizá.

La inmediatez es un tema. Queremos como cualquier adolescente; reconocimiento, dinero, prestigio y poder inmediatos. Pasa lo mismo con los gobernantes. El problema no es su ignorancia, sino que quieran imponerla.

Poco a poco he ido entendiendo, que no hay que confundir valor con precio. Pero se sigue haciendo, y hay cosas muy sobreestimadas. Cosas como el consumismo, el sexo y el amor, para poner ejemplos. El consumo hace creer que tener es ser; y a ese ser, se le confunde con valer algo. El éxito se interpreta como victoria, y el dinero como poder. El sexo hace creer que se está con alguien, aunque se tenga con un desconocido. El amor cuando es supuesto fomenta dependencias y tener a alguien a la par, convence. Es como el niño goloso (consumo), que gusta de sensaciones y placeres (sexo), pero que quiere que alguien lo cuide y se encargue de él (amor).

El problema no son los temas, ninguno es bueno ni malo. El problema es cómo se mete uno en los temas.

Con el tiempo he aprendido, que es importante hacerse consciente de todo lo que nos tienta y que cada vez nos hunde más. También aprendí que la mejor forma de salir de un hoyo, empieza por dejar de seguir haciendo el hoyo. Hay que parar en algún punto. Aunque acepto, que siempre puede haber una ganancia narcisista; la de renacer cuantas veces se muera en algo, solo para no quemar nunca, el cartucho de las cosas bien hechas, y no arriesgar que no salga tan bien como se supone que debería. Eso nos hace vivir como seres vivos atenuados, como zombis.

Es como si fuera fácil morir, y lo difícil fuera vivir. O como el mensaje que envía una droga; que no mejorará tu vida, pero te hará sentir mejor; alterando la percepción de la realidad.

Cada uno lleva las cosas por donde cree que le conviene. Y voy a decir que a veces, hasta con cierta sinceridad; lo cual vuelve al asunto un poco loco. Es mucho lo que escogemos en base a defectos. El inconsciente es más inteligente que la conciencia; pero es perverso. Por eso será un buen día, cuando se acaben las excusas y con ellas, la compulsión a la repetición.

Cuando no se puede con la realidad, lo que queda es la fantasía, y lo espiritual se va volviendo espirituoso, y capaz de aceptar un Ferrari.

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