Mynor Alejandro Alonzo Mencos
Hola Meme, aunque nunca pude conocerte, sé de buenas fuentes que hay mucho por lo que agradecerte.
Sé que buscaste diálogo y democracia en medio de las balas y fusiles, que tu voz no titubeó, tus sueños no se limitaron, tu trabajo y conocimiento siempre te respaldó. Sé que con los tuyos te organizaste, que su organización consolidó los proyectos que aún hoy son los sostienen a duras penas nuestra ciudad.
El pasado viernes 22 de marzo fui al lugar en donde te asesinaron hace 40 años, aunque tu placa no estaba encontré coronas y arreglos florales de quienes aún te recordamos; también vi fotos y videos de quienes se reunieron en el Cementerio General al lado de tu cuerpo.
Cómo me gustaría decirte que tu muerte no detuvo la primavera, pero te estaría mintiendo. Tu ausencia como la de Fuentes Mohr, Fito Mijangos y López Larrave entre muchos otros se sintió muy fuerte. En su lugar quedaron mediocres y cobardes que respondían a las órdenes que daban las mismas botas y corbatas que ordenaron tu asesinato.
Pero tu muerte tampoco fue en vano. Aún hoy después de cuatro décadas tu nombre inspira a cientos de jóvenes, hombres y mujeres, que buscamos transformar el país hacia una sociedad más justa y buscamos mecanismos pacíficos, pero no pasivos, de impulsar nuestros sueños.
Nos está costando. Los dueños de la finca exhibieron tu cuerpo y el de cientos de compas más molidos y perforados, incluso muchos otros ni siquiera han aparecido. Cada imagen y noticia era como un choque eléctrico al inconsciente de la sociedad, se sentía cómo el miedo recorría la espalda y se almacenaba en el estómago. Fue este terror sistemático el que dejó daños profundos en nuestra sociedad.
Hasta hace 4 años, la mayoría no se atrevía a hablar en voz alta. Mi generación creció con miedo a organizarse contra las injusticias, impuesto por sentencias que nuestras familias nos repetían diariamente: “No te metas, no seas necio, te van a matar, te vas a meter a problemas y no vas a ganar nada, ¿para qué? Si nadie te lo va a agradecer”.
Ahora entiendo por qué lo decían, ver tu cuerpo (y el de muchos otros) con 40 balazos por buscar transformar Guatemala aniquiló la esperanza y sumergió a nuestra sociedad en el miedo y el silencio.
Pero también es tu ejemplo de vida el que hoy nos guía para construir sobre las cenizas que las botas y el capital dejaron. La generación de nuestros padres y abuelas te recuerda con cariño, nos cuentan que fuiste un gran hombre, un gran profesional, un gran alcalde y habrías sido un gran presidente.
Solo puedo decirte que no pensamos parar hasta lograr que esto cambie; los sueños, logros y organización del FUR serán honrados y continuados cuando encontremos las formas propias de organizarnos y trabajar.
Gracias a quienes, como tú, dieron su vida por lo que creían; gracias a quienes conservaron su vida para transmitirnos sus ideales y gracias a quienes hoy, a pesar de todo, continúan buscando construir justicia y respeto a los Derechos Humanos.