Danilo Santos

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Politólogo a contrapelo, aprendiz de las letras, la ternura y lo imposible. Barrioporteño dedicado desde hace 31 años a las causas indígenas, campesinas, populares y de defensa de los derechos humanos. Decidido constructor de otra Guatemala posible.

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Danilo Santos

Las elecciones son un hecho, a partir del lunes tendremos las propuestas de más de veinte binomios presidenciales y una pléyade de candidaturas distritales y municipales, las papeletas serán poco más que cartones de lotería. Sin importar el corte ideológico, será importante observar en cada propuesta electoral, cuál es su programa de gobierno, el equipo humano con el que se pretende ejecutar y, su posicionamiento respecto a los Derechos Humanos.

La situación de Guatemala no es casual, tiene asideros sólidos, y las cosas no cambiarán de la noche a la mañana porque llegue alguien a “poner orden”, por eso el programa de gobierno es importante, porque a través del mismo el partido y el o la candidata, dice qué y cómo piensa atacar la problemática nacional en sus distintas aristas. Es decir, el programa es una carta de navegación que nos dice hacia dónde se quiere llevar esta nave llamada país. No tener un programa claro equivale a no tener claro qué hacer. Por otro lado, además de saber a dónde se quiere ir, la oferta electoral debe dejar claro con quiénes pretenden ejecutar su programa. Es indispensable conocer a los hombres y mujeres que se proponen como conductores de las diferentes carteras, no podemos permitir la improvisación, el pago de favores o el simple compadrazgo a la hora de nombrar funcionarios con tareas tan delicadas y urgentes como la salud, la educación, la seguridad, la economía, etc., por último, los Derechos Humanos han pasado a ser de incómodos a la “fuente de todos los males” de Guatemala. El discurso de la derecha ultraconservadora ha atacado desde las Naciones Unidas y los tratados internacionales, hasta los avances internos como la Ley de Reconciliación Nacional. Quien asuma la Presidencia y quienes asuman el Legislativo, serán el parteaguas en materia de Derechos Humanos en el país, porque estamos en el punto donde o avanzamos y seguimos construyendo una sociedad civilizada o retrocedemos a estadios de violencia justificada en ideas ortodoxas de carácter político, económico y ahora, religioso.

Los ataques y descalificaciones entre partidos y el montaje de circos electorales itinerantes, no dicen nada de qué quieren hacer ni cómo lo van a lograr. Sin embargo, dicen mucho de su mediocridad y la manera burda e irrespetuosa de ver al electorado.

Dicho todo lo anterior. Tanto el Movimiento Semilla como el Movimiento para la Liberación de los Pueblos pueden representar salidas a la situación actual; pero no inmediatas, no fáciles, no sin sendas luchas políticas, sociales y culturales. Lo primero es aguantar el embate de los partidos grandes que no quieren fuerzas distintas a ellos irrumpiendo en el escenario del poder político. Lo segundo es no acomodarse al sistema y lo tercero, entender que esto es una cuestión de años y décadas, no de candidatos y candidatas, no se trata de mesianismo o caudillismo, sino de Programa, Equipo y respeto a los Derechos Humanos de manera sólida, decidida y sostenida.

De momento las elecciones son parte del problema, falta mucho para que sean parte de la solución.

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