Luego de ver la arrinconada que los Jefes de Bloque le pegaron al Contralor de Cuentas en funciones, los magistrados del Tribunal Supremo Electoral rechazaron asistir a la reunión de esa instancia a la que habían sido citados el día de ayer, esgrimiendo con toda razón la norma constitucional que define la independencia de esa autoridad frente a los poderes del Estado. Y es que al Contralor no sólo lo trataron como trapo shuco, sino que además lo forzaron a incurrir en ilegalidades al declarar que basta una simple denuncia para dejar sin efecto los finiquitos.
El Congreso es un órgano político por excelencia y de eso se han agarrado los Jefes de Bloque para citar funcionarios a fin de intimidarlos y ponerlos contra la pared hasta que se sometan a los dictados de los diputados. El TSE hizo uso de su autoridad, que deviene de la misma Constitución Política de la Republica, para impedir el atropello que ha sido ya la tónica en las citaciones que hacen quienes dirigen cada una de las bancadas en el Organismo Legislativo y que actúan en función partidaria y no con base en su calidad de representantes del pueblo.
Ayer mismo el presidente Morales se sumó a las presiones y ataques en contra del TSE al poner en duda no sólo su función sino la integridad y de manera falaz volvió a atacar a la CICIG responsabilizándola de lo que él considera el mal funcionamiento del Tribunal Electoral. Por cierto en la misma jornada respondió al Parlamento Europeo diciendo que él no atacaba a la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, sin reparar en que lo estaba haciendo justamente cuando dijo que el Acuerdo entre la CICIG y el TSE era el origen de lo que, para él, constituyen los desaciertos de los magistrados electorales.
Los niveles de decoro indispensables en la representación nacional han sido abandonados lastimosamente y por ello el notorio desprestigio que pesa sobre el Congreso en forma colectiva porque sus integrantes se han encargado de mostrarse cual son, sin resabio de dignidad, para utilizar sus cargos llevando agua a sus propios molinos, sea en términos económicos o políticos.
Y como la autoridad electoral se atuvo a la letra de la ley en el caso del transfuguismo, pues se ha convertido en enemiga de los tránsfugas que quieren reelegirse y de quienes tienen parientes que no pueden participar por su situación legal.
Cada día es más notorio el resquebrajamiento de la institucionalidad y el deterioro galopante del Estado de Derecho en el país.