Adolfo Mazariegos

El día de ayer leí, en la edición dominical de un matutino, un breve reportaje publicado originalmente por la revista Forbes (publicado originalmente de forma más extensa y detallada, supongo. Lo parafraseo). En dicho reportaje se habla de algunos proyectos de infraestructura que se realizarán en Centroamérica y cuya promoción están realizando el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) y algunos grupos empresariales que obviamente creen en la viabilidad, beneficio y posibilidades (de todo tipo) si dichos proyectos se llevan a cabo, de no ser así, no los promoverían. Uno de tales proyectos que llamó mi atención es el tren urbano eléctrico que actualmente construye Costa Rica en su capital, San José, con una inversión de US$400 millones de dólares financiados precisamente por el BCIE y que pone de manifiesto una clara visión de futuro en aquel país de hermanos centroamericanos. En Guatemala, mientras tanto, y según leí también hace poco en una publicación local, se han empezado las gestiones para la construcción de un teleférico que correrá a lo largo de la Calzada Roosevelt, propuesta que las autoridades correspondientes plantean como solución a la cada vez más complicada y extendida problemática del transporte colectivo urbano en la ciudad capital y municipios aledaños. Ya en una ocasión escribí en este espacio mi oposición a un proyecto como el del teleférico, porque, sin ser experto en el tema, considero que no resolverá el problema de fondo ni se vislumbra como una idea realista de cara al futuro, al contrario, no sólo afeará el paisaje citadino y lo complicará, sino que casi podría asegurar que se gastarán millones de quetzales que a la larga estarán prácticamente desperdiciados. Si tan buena fuera la idea del teleférico, ése sería el sistema de transporte por excelencia en las grandes ciudades desarrolladas del mundo, pero, que yo sepa, ni en Alemania, ni en Suecia, ni en Francia, ni en Japón, ni en Rusia, ni en Estados Unidos (por citar algunos ejemplos) se utiliza dicho transporte, al contrario, lo han desestimado porque no es eficiente, ni barato, ni funcional a largo plazo. Los países desarrollados construyen trenes, construyen autopistas de varios carriles, invierten en mantener en buen estado las vías de comunicación de las que disponen, pero en Guatemala, a pesar de los millones de millones que se han invertido en subsidios al transporte público durante años, suficientes para tener a estas alturas uno de los mejores sistemas de transporte público de América latina, se sigue teniendo uno de los peores, y se sigue pensando en “soluciones” tan irrisorias y cortoplacistas como el teleférico. Por otra parte (aunque este es otro asunto), las carreteras y autopistas con las que cuenta el país, no reflejan, en manera alguna, el impuesto que diariamente pagan quienes compran y consumen combustibles en todo el país (que no es poco, dicho sea de paso) y cuyo verdadero destino, bueno sería conocer […]

Adolfo Mazariegos

Politólogo y escritor, con estudios de posgrado en Gestión Pública. Actualmente catedrático en la Escuela de Ciencia Política de la Universidad de San Carlos de Guatemala y consultor independiente en temas de formación política y ciudadana, problemática social y migrantes. Autor de varias obras, tanto en el género de la narrativa como en el marco de las ciencias sociales.

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