Raul Molina Mejía

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Nació el 20/02/43. Decano de Ingeniería y Rector en funciones de USAC. Cofundador de la Representación Unitaria de la Oposición Guatemalteca (RUOG) en 1982. Candidato a alcalde de la capital en 1999. Profesor universitario en Nueva York y la Universidad Alberto Hurtado (Chile). Directivo de la Red por la Paz y el Desarrollo de Guatemala (RPDG).

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Raúl Molina

Las barbaries del nazismo y el fascismo obligaron al concluir la Segunda Guerra Mundial y formarse la Organización de las Naciones Unidas, a tomar importantes medidas para erradicar esas doctrinas: aprobar la Declaración Universal de los Derechos Humanos; prohibir la promoción de las ideas fascistas; y llevar al Juicio de Nüremberg a responsables de crímenes de lesa humanidad, algunos de los cuales fueron ejecutados y otros se suicidaron o fueron a prisión. La ideología, las prácticas y personajes fascistas, no obstante, fueron incorporados a las agencias secretas de Estados Unidos, para configurar la Doctrina de Seguridad Nacional, marco de acción estadounidense en su “Guerra Fría” contra el Este. Dicha guerra se hizo ardiente en América Latina y el Caribe, al promoverse que los Estados, en su intento de reprimir los movimientos democráticos y revolucionarios de sus pueblos, aplicaran el “terrorismo de Estado” y la guerra sucia. Se pisoteó la doctrina de los derechos humanos y millones de personas fueron afectadas con ejecuciones extrajudiciales, tortura, desplazamiento forzado, masacres, desapariciones forzadas, prisión y exilio. La ideología fascista fue incorporada por las dictaduras militares, bajo la convicción de que el derecho del Estado estaba por encima de los derechos de las personas. Mientras el mundo avanzaba en la defensa, protección y promoción de los derechos humanos, los ejércitos latinoamericanos conspiraban, con sus pares de Estados Unidos, en las periódicas reuniones de los ejércitos de América, para dar marcha atrás a la doctrina de derechos humanos impulsada por Naciones Unidas.

El ataque contra los derechos humanos fue suspendido al caer las dictaduras militares y producirse transiciones a la democracia. Se afirmaron los derechos de los pueblos a la verdad, la memoria histórica y la justicia. Los horrendos crímenes perpetrados por los Estados no se volverían a tolerar jamás. Con base en el “Nunca más”, se negó amnistía para los crímenes de lesa humanidad. En los últimos decenios, sin embargo, ante el fracaso del capitalismo neoliberal de lograr mayor riqueza o mejorar la distribución de la misma, grandes masas de población se han sentido dejadas atrás y, estando despolitizadas, no han podido encontrar fórmulas adecuadas para defender sus conquistas. Confundidas por la propaganda anticomunista, trabajadores y trabajadoras, que se han alejado de ideas y prácticas socialistas, se han frustrado y han buscado la solución fácil y rápida en el populismo de derecha, que es eufemismo para el neofascismo del siglo XXI. Las soluciones no llegarán; pero sí las dictaduras cívico-militares de diverso tipo, para las cuales la gran limitante a sus ansias de poder es la vigencia de los derechos humanos. Por ello, se lanzan a destruir el marco jurídico e institucional que defienda, proteja y promueva los derechos de la persona humana. Esa es la voz de alarma que para Guatemala levantan la Organización Mundial contra la Tortura y Udefegua: la dictadura de la corrupción nos lleva al abismo de las violaciones sistemáticas de los derechos humanos. Hay que enfrentarla, derrotarla y expulsarla.

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