Pedro Pablo Marroquín

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Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

En Guatemala hay muchos que no entienden cómo es que hay gente que teniendo trabajo, salud, comida los tres tiempos, recursos para vivir bien y con la posibilidad de educar a sus hijos, medios para procurar salud para los suyos, tiempo y fondos para vacacionar una o dos veces al año y con acceso a muchas cosas de primer mundo, tienen espacio en su cabeza para pensar en los que no tienen esas oportunidades y especialmente en las causas estructurales que han generado las grandes brechas en este país.

“Déjate de meter en babosadas”, “tan bien que estabas cuando no opinabas de esos temas”, “te has politizado mucho”, por no repetir el famoso “ahh es que sos de izquierda”, son algunas de las frases que escucha cualquier persona con mediana noción de los problemas estructurales de este país porque mucha gente se ha dado a la tarea que lo mejor es tratar de influir “cada quien en su espacio, de manera que no incomode a nadie”.

Yo siempre he dicho que el tema es un cambio económico y que a más hombres y mujeres de este país que estén empoderados con oportunidades, más mercado habrá para la colocación de los bienes que producimos y los servicios que prestamos. Gente que no quiere ver esa realidad es la que, por ejemplo, dice que se habla con la izquierda, pero se come con la derecha.

Y traigo todo esto a colación porque si alguien se atreve a cuestionar las formas y proceder de pequeñas pero poderosas minorías en este país, es tildado de cualquier cosa sin importar lo que sus esfuerzos han significado para millones de personas en el mundo que han podido acceder a aprender un idioma de manera gratuita.

Cuando Luis von Ahn recibía premios y solo hablaba de ciencia y tecnología, era un líder de “esos que necesita Guatemala”, pero cuando el inventor radicado en Pittsburgh habló de nuestra realidad y del tamaño de nuestros vicios, cayó en desgracia para un pequeño grupo que desea seguir viviendo con una venda en los ojos porque sienten que eso se interpone en los caminos que los llevan al pasado.

Hay mucha gente cansada de que nos quieran llevar de nuevo a la era en la que la corrupción y la impunidad eran la regla y no la excepción, pero varios de ellos están con la cabeza agachada y la boca cerrada porque les han vendido que quien vea y hable de la realidad caerá en desgracia con quienes creen, invierten y trabajan para salvarse con impunidad.

Le mienten a su gente al decir que tienen apoyos con los que no cuentan porque saben que todo pende de un hilo y cuando surgen personas conscientes como Luis von Ahn a las que no les pueden decir “pobre fracasado”, se les complica mantener un discurso que no tiene sustento.

La voz de Von Ahn es incómoda porque la gente escucha lo que tiene que decir y cuando esa voz empieza a dar con los problemas que históricamente hemos optado por no resolver, la incomodidad es mayor y los esfuerzos por acallarlo también.

Deben entender que aquellos que tenemos oportunidades y aspiramos a más para nosotros y nuestras familias no basamos el modelo en quitar a unos para dar a otros. Solo trabajamos para que quienes no tienen hoy puedan empezar a tener más oportunidades y para eso se requiere el esfuerzo honrado de todos.

Es más fácil callar para evitar problemas, pero es de valientes alzar la voz con convicciones, con claridad y con determinación porque la Guatemala de hoy, aún sin las penas de quienes han cometido delitos en el pasado, no es una que ofrezca sostenibilidad para nadie pero, en especial, para aquellos que hemos dejado atrás y engrosan el círculo generacional de la pobreza.

Trabajemos en lo que nos une y no en lo que nos desune, dejando por un lado los componentes de corrupción e impunidad y por eso, adelante a quienes no quieren dejar de ver la realidad, sino desean cambiarla.

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